Confirmaciones en Artesa de Segre

El sábado 11 de marzo el Arzobispo Joan-Enric administró el sacramento de la Confirmación a 6 jóvenes de la Parroquia de Nuestra Señora Asunta de Artesa de Segre. Uno de ellos recibió también su primera comunión. Concelebraron con él, el Rector, Mn. Antoni Ballester; Mn. Antoni Pich y Mn. David Codina.

El Arzobispo glosó las lecturas de la Palabra de Dios proclamadas en el III Domingo de Cuaresma donde Jesús mantiene el diálogo catequético con la mujer samaritana (Jn 4, 5-42). Jesús en su viaje a Galilea hace parada en Sicar, cansado se sienta junto al pozo de Jacob, que era el orgullo de los samaritanos. Y allí comienza un diálogo de fe entre Jesús y una mujer samaritana donde el Señor la escucha, la trata con ternura y le ofrece un agua mejor. El Arzobispo mostró a los jóvenes confirmandos la importancia del signo del agua que utiliza Jesús. Somos bautizados con el agua e incorporados a Jesucristo y su Iglesia. Sin agua nos morimos: el agua es vida, purifica y hace reverdecer la naturaleza. Sin agua no podemos vivir. Hoy, como aquel mediodía en Samaría, Jesús se acerca a nuestra vida, a mitad de nuestro camino cuaresmal, pidiéndonos como a la Samaritana: «Dame agua» (Jn 4,7). Su sed material es signo de una realidad mucho más profunda: manifiesta el deseo ardiente de que, tanto la mujer con la que habla como los demás samaritanos, se abran a la fe. El Prefacio de la celebración eucarística de aquel domingo lo dice: “el Señor, (…) cuando pidió a la Samaritana agua para beber, ya había hecho nacer en ella el don de la fe; y tuvo una sed tan ardiente de la fe de aquella mujer, que encendió en su corazón el fuego del amor divino». La sed de Jesús llegará hasta en los momentos tan importantes de su vida; como cuando desde la cruz grita: «Tengo sed”.

Sólo Jesús puede saciar la sed de felicidad, paz y justicia que existe en el corazón de toda persona humana. Por eso el Arzobispo animó a los jóvenes confirmandos a tener siempre en su vida sed de Jesús, a buscar luz en su Palabra, a vivir como hermanos y trabajar por la paz del mundo y el amor a todos. Y porque hemos recibido una vida nueva en el bautismo, también les recomendó valorar y recordar la fecha de su bautismo con el que fueron incorporados a Jesucristo y a su Iglesia, y les fue dada la prenda de la vida eterna.

Al final de la Misa agradeció a los catequistas su trabajo, y regaló a los jóvenes el Nuevo Testamento, y la Parroquia les ofreció una estampa-recordatorio con su nombre.

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