En la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús celebramos la Jornada de oración por la Santificación de los Sacerdotes con el lema «Sacerdotes con el corazón de Cristo» y siguiendo un texto del Papa Francisco con 5 palabras clave. Ahora lo acogemos pensando en todos los fieles cristianos que necesitamos y queremos vivir centrados en el amor del Corazón de Cristo:
1. Gratitud
Todos deberíamos velar por mantener siempre un corazón agradecido, lleno de gratitud. Jesús nos enseña a dar gracias al Padre para que los pequeños y sencillos acogen el Reino (cf. Mt 11,25). Saber acoger todo lo que hay de positivo en la creación, en las personas y en uno mismo. Y verlo como un don de Dios inmerecido. Agradecer y adorar el amor que brota del Corazón de Cristo, y de una manera especial en la Eucaristía, que nos regala el don del sacrificio de amor del Señor por su pueblo.
2. Misericordia
Todo cristiano, y no sólo el sacerdote, está configurado con Cristo, por el bautismo y es ministro de la misericordia y de la reconciliación, con un corazón misericordioso como el de Jesús, que pasó curando y haciendo el bien (cf. Hch 10,38 ). No tengamos miedo de contaminarnos de la fragilidad humana y bajamos los abismos de la debilidad y del pecado, para revelar en ella el Corazón misericordioso del Padre. Esto significa actitud misericordiosa, capacidad de acoger, escuchar, y acompañar a los hermanos.
3. Compasión
Jesús, ante las multitudes exhaustas y oprimidas, sentía una profunda compasión (cf. Mt 9,36) y, como Buen Samaritano, se convertía en manifestación viviente del amor de Dios Padre. A todos se nos pide un corazón compasivo, que se exprese en la cercanía, en la participación real e integral en los sufrimientos y trabajos de la gente, en la capacidad de relaciones que reaviven la esperanza, en la atención a las heridas de los hermanos.
4. Vigilancia
Todos los fieles tenemos la tentación de sentirnos desilusionados con la realidad, o con la Iglesia o con uno mismo. Y entonces nos repliegan en una melancólica tristeza, que vuelve estéril todo intento de transformación y conversión, propagando resentimiento y animosidad. Hay que pedir al Espíritu que venga a despertarnos. Experimentamos «el cansancio de la esperanza», que a menudo nace de la distancia entre las expectativas personales y los frutos visibles del apostolado. Hay que dejarse «desvelar» por la Palabra del Señor y por el grito del Pueblo de Dios.
5. Ánimo esperanzado
Contemplando el Corazón de Jesús, podemos entender los dos vínculos fundamentales a partir de los cuales Jesús vive su propia misión: el Padre del cielo y el pueblo. Es necesario vivir con ánimo esperanzado, y cuidar la relación con Dios y de la solidaridad activa; cultivar el íntimo diálogo de amor con Dios Padre y vivir una fecunda caridad para con los pobres y hacia todos. Nuestra vida cotidiana y el fundamento de nuestra comunión con el Señor necesitan la alegría y la esperanza que brotan de una profunda amistad personal con el Señor.
Dejémonos atraer por el amor misericordioso y santificador que brota del Corazón Sagrado de Jesús. Consagremos la vida al Señor, cuidemos la intimidad profunda con Él, seamos humildes servidores de los hermanos y pidamos la gracia de amar siempre como Jesús ama.
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