El próximo miércoles día 8 celebraremos la fiesta de la Natividad de María, que en Urgell con la Virgen de Nuria, y en Andorra con la Virgen de Meritxell, extienden su patronazgo y protección sobre toda la Diócesis de Urgell y sobre el Principado de Andorra. Santa María vela por nosotros desde los Pirineos, y no nos deja nunca. También en tiempos de pandemia o de crisis podemos confiar totalmente en Ella, que quiere la fraternidad de todos y nuestra fidelidad a Jesús y a su Evangelio.
El 8 de septiembre de 1921, hace cien años, el Cardenal de Tarragona Francesc Vidal y Barraquer, con su amigo nuestro Obispo de Urgell y Príncipe de los Valles de Andorra Mons. Justí Guitart, coronaron canónicamente la imagen de Jesús y de María en Meritxell. El Síndic general M.I. Sr. Josep Gresa se había dirigido al pueblo andorrano meses antes, en noviembre de 1920, para decirles que «el amor a María, elevando y transfigurando el amor al país, ha formado con ambos una especie de patriotismo sobrenatural». Los ciudadanos respondieron a la invitación de su Síndic con una colecta de joyas para que el orfebre Joaquim Cabot de Barcelona fabricara la corona para la Virgen de Meritxell. El Consell general proclamaba: «Por patrona os aclama el Consell con gran amor, pues sois de Andorra el tesoro». De eso hace un siglo. ¡Demos gracias a Dios!
Las primeras coronaciones canónicas se remontan al siglo XVII, y no fueron incorporadas definitivamente al conjunto de las celebraciones litúrgicas hasta el siglo XIX. Este acto quiere subrayar la devoción por la Virgen, y consiste en la imposición de una corona -o coronas, si la imagen de la Virgen lleva también la del Niño- en el icono o imagen. Y siempre hay que subrayar la relación entre la corona y la conversión y la vida de fe de los fieles.
Se celebra que la Virgen María es reina del Pueblo de Dios, y por eso es invocada y tenida por el pueblo como su Reina y Señora, ya que es Madre del Hijo de Dios, Jesucristo, el Verbo encarnado, aquel que «reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin» (Lc 1,33). Se pone de relieve el genuino culto litúrgico y el activo apostolado cristiano. Todos los fieles debemos entender que la verdadera corona de la Virgen somos nosotros mismos, y que la corona y las piedras preciosas que la pueden adornar son los frutos de una vida de fe, que se expresa en la caridad. En Meritxell ha habido muchas iniciativas de servicio y de caridad, de fe y de unión de todas las Parroquias del país. Y actualmente la caridad es bien visible en la Parroquia de Canillo y en la Casa de Colonias Aina.
Pensemos en lo que se pide en la oración de la coronación: “Mira, Señor, benignamente a esos tus siervos que, al ceñir con una corona visible la imagen de la Madre de tu Hijo, reconocen en tu Hijo al Rey del universo e invocan como Reina a la Virgen María. Haz que, siguiendo su ejemplo, te consagren su vida y, cumpliendo la ley del amor, se sirvan mutuamente con diligencia; que se nieguen a sí mismos y con entrega generosa ganen para ti a sus hermanos; que, buscando la humildad en la tierra, sean un día elevados a las alturas del cielo, donde tú mismo pones sobre la cabeza de tus fieles la corona de la vida». ¡Vivamos con gozo la fiesta del Centenario en todo el Principado de Andorra!
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