Celebración del Día de Pascua

El domingo de Pascua, 9 de abril, en toda la Diócesis los presbíteros y diáconos se multiplicaron para que se pudiera celebrar al máximo la gran solemnidad de la Resurrección del Señor, la fiesta litúrgica más importante de todo el año.

En la Catedral de Sta. María la celebración solemne del Día de Pascua fue presidida por el Arzobispo Joan-Enric y concelebrada por el Vicario General y Rector, Mn. Ignasi Navarri y el Secretario general Mn. David Codina. El sr. Arzobispo impartió la bendición apostólica con indulgencia plenaria a todos los fieles presentes.

En su homilía el Arzobispo Vives glosó el significado profundo de la fiesta de Pascua con la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, que da la Vida. Utilizó 3 conceptos para su homilía: Aleluya!; no tengais miedo! y id por todo el mundo!

Aleluya como la gran palabra de Pascua: ¡Alabado sea Dios, el Señor! ¡el Pueblo de Dios que se alegra en la Pascua por el Bautismo que nos hizo hijos de Dios y nos incorporó a la Iglesia canta gozoso Aleluya! porque el Señor ha Resucitado. Él está vivo! ¡Somos el Pueblo del Aleluya! Esto debe llevarnos a vivir con alegría y alegría a pesar de las dificultades y tormentas de la vida.

No tengais miedo! Una de las consignas que Jesús Resucitado más repite en los Evangelios de la Resurrección: el miedo es lo contrario a la fe. El miedo nos bloquea, nos paraliza, nos hace vivir en el recelo y la desconfianza cuando no somos capaces de ver a los demás como hermanos sino como enemigos. Necesitamos vivir como Sta. Teresa del Niño Jesús en la confianza absoluta en Dios. Este no tener miedo debe llevarnos, como los apóstoles, a ser testigos, valientes, pacíficos pero valientes de la fe. En este sentido el Arzobispo animó a los fieles a dar testimonio de la fe y a denunciar todo lo que pueda ser burla o desprecio y ataque injustificado a la libertad religiosa y al respeto por los creyentes.

Por último, id por todo el mundo! La Resurrección del Señor hizo que los apóstoles, que habían negado al Señor, de repente, salieran y lo anunciaran. Necesitamos anunciar a Jesús a nuestros contemporáneos, sin miedo, para que todo el mundo pueda descubrir la alegría de seguir a Jesús Resucitado.

Al final de la Misa el Arzobispo impartió la bendición apostólica con indulgencia plenaria en aquel Domingo Solemne de Pascua y se cantó el Regina Caeli Aleluya! en alabanza de la Virgen María, que en todas las advocaciones, debe ser amada y venerada.

Al salir de la Eucaristía Mons. Vives se añadió al grupo de caramelles de la Hermandad de Sant Sebastià que año tras año anuncian la resurrección de Cristo por la ciudad de La Seu d’Urgell uniéndose a esta bonita tradición tan arraigada en Cataluña.

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