La Misa del Gallo la noche del 24 de diciembre, fue presidida, en la Basílica-Catedral de Santa María de Urgell, por el Arzobispo Joan-Enric Vives, con la asistencia de una gran cantidad de fieles. A las once y media, se inició con el Canto de la Sibila, interpretado por la soprano Laura de Castellet en la versión del ceremonial de la Catedral urgelense. Este canto medieval al inicio de la misa, que anuncia la salvación y que es necesario vivir preparados con una vida de servicio y amor, se ha recuperado y se llevó a cabo por octavo año consecutivo.
Previamente, por la tarde, se celebraron las misas participadas con los niños de catequesis y sus familias, la misa del pollito, con una gran cantidad de fieles que fue presidida por el Vicario General y Rector de la Parroquia de San Odón, Mn. Ignasi Navarri.
También, al Atardecer, el Arzobispo presidió la Misa vespertina en el Hogar de San José de La Seu d’Urgell con las Religiosas de los Ancianos Desamparados y los residentes, que forman el Hogar de San José, y cenaron con fraternidad.
En la homilía de la Catedral, el sr. Arzobispo habló del sentido profundo del Misterio de Navidad: Dios, el Todopoderoso, el Creador de todo, que se hace niño, necesitado, débil, y con este extraordinario hecho, se hace solidario de todos los necesitados y frágiles: los pobres , los enfermos, los marginados, porque viene a salvar a toda la humanidad de todos los tiempos. Con su encarnación Jesús confiere una dignidad inmensa a toda persona humana. Él es La Palabra que plantó entre nosotros su tabernáculo y el Príncipe de la Paz.
Mons. Vives animó a rezar especialmente este año por la paz en Tierra Santa, en Ucrania y en tantos lugares del mundo. También recordó cómo la Nochebuena de 1123, hacía exactamente 800 años, san Francisco de Asís (Asís, 1181-1226) organizó en Greccio, Italia, un pesebre viviente para recrear el nacimiento de Jesús, ya que quería «ver» la hazaña inmerecida del Dios bueno y misericordioso, hecho niño pobre. Se iniciaba así la tradición de los belenes, una de las tradiciones católicas más extendidas y arraigadas por todas partes, hasta nuestros días y que hoy trasciende lo religioso y es una auténtica expresión de la cultura popular.
En la celebración del Día de Navidad el Arzobispo impartió desde la Catedral la benedicción apostólica con indulgencia plenaria.
La participación en estas celebraciones de Navidad es muy grande en ciudades y pequeños pueblos de toda la Diócesis y hay que agradecer a presbíteros y diáconos, y algunos laicos delegados, todo el esfuerzo que hacen para llegar a todos y que el anuncio de la fe y la celebración de la salvación puedan llegar a todas partes.