Bodas de oro sacerdotales de Mons. Asenjo

El sábado 21 de septiembre en la Catedral de Sevilla Mons. Juan José Asenjo, Arzobispo de Sevilla, celebró sus bodas de oro sacerdotales con una Eucaristía de acción de gracias. Una ceremonia en la que participaron más de dos mil personas y una docena de obispos españoles, entre ellos, Mons. Vives.

La Misa fue predicada por el mismo Arzobispo de Sevilla, Mons. Asenjo, quien, visiblemente emocionado, proclamó que «sin ningún rubor que ‘el Señor sostiene mi vida’. En su providencia amorosa debo todo lo que soy, el don de la vida, la vocación cristiana, el don del bautismo y la merced siempre inmerecida del sacerdocio».

Recordó y agradeció especialmente a «mis buenos padres, a los que tanto debo, a los formadores y profesores del Seminario de Sigüenza, al obispo que me ordenó, al papa san Juan Pablo II que me llamó al ministerio episcopal, y al papa Benedicto XVI, que me llevó a esta iglesia de Sevilla».

También se refirió a su vocación, asegurando humildemente que «el Señor se fijó en mí por puro amor, y me llamó al ministerio sacerdotal por pura misericordia, sin ningún mérito de mi parte, ya que como nos dijo el Papa Benedicto XVI, nadie tiene derecho al sacerdocio». En esta línea, pidió perdón a Dios «por mis deficiencias y debilidades» y confesó que «Jesús ha sido el corazón de mi vida, y así lo será con su ayuda hasta el final de mis días. Él es el corazón y la fuente de sentido y de esperanza para nuestra vida «.

Durante la homilía el Arzobispo también mostró su gratitud a la propia Iglesia, ya que, si no fuera por ella -ha explicado-, «estaría condenado a vivir mi fe a la intemperie. Gracias a ella, puedo vivir alentado y acompañado por una auténtica comunidad de hermanos». Un mensaje en el que puso especial énfasis, citando a San Ireneo – «la Iglesia es la escala de mi ascensión hacia Dios» – y a san Cipriano de Cartago – «ella es la madre que me ha engendrado en la fe y que me permite tener a Dios por padre».

Además de declarar su amor a la Iglesia Universal, Mons. Asenjo agradeció a las Iglesias particulares a las que ha servido, «especialmente a esta Iglesia en Sevilla que el Señor me ha encomendado. Hoy más que nunca querría seguir sirviéndola con entrega generosa, por lo que lo que la Iglesia es para mí, lo sea también a través de mí, es decir: puente, escalera, hogar fraterno, mesa y fuente y, sobre todo, anuncio emocionado y convincente de Jesucristo».

Monseñor Asenjo también renovó su comunión y adhesión al Papa. Al respecto afirmó que «el amor al Papa y el sentir con el Papa han sido siempre un signo distintivo de los buenos católicos, como lo ha sido también la acogida, docilidad y obediencia a sus enseñanzas».

Por último, insistió en la gratitud que sentía por la celebración de las bodas de oro sacerdotales, por el acompañamiento de tantos cardenales y obispos en esta Eucaristía, de tantos sacerdotes, diáconos, seminaristas y consagrados, y en general, por el afecto del pueblo sevillano, al que pidió que le sigan encomendando a la protección de la Virgen.

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