Desde el Hospital y para que vivamos una fructuosa Cuaresma, el Papa Francisco hace un mes nos envió su Mensaje para esta Cuaresma, cuyo lema es “Caminemos juntos en la esperanza”. Empieza diciendo: “Con el signo penitencial de las cenizas en la cabeza, iniciamos la peregrinación anual de la santa Cuaresma, en la fe y en la esperanza. La Iglesia, madre y maestra, nos invita a preparar nuestros corazones y abrirnos a la gracia de Dios para poder celebrar con gran alegría el triunfo pascual de Cristo, el Señor, sobre el pecado y la muerte”. La Pascua debe ser para todos el centro de la fe y la garantía de nuestra esperanza. No podemos quedarnos en una espera pasiva de Pascua, sino esperar activamente, decididamente, hacia el bien y la mejora de nuestras vidas, que esto es la conversión auténtica.
Ésta es la Cuaresma del Año Jubilar de la esperanza. ¿Qué significa “caminar juntos en la esperanza”? El término “caminar” evoca el largo y difícil éxodo del pueblo de Israel desde la esclavitud hasta la libertad. Todos somos peregrinos en este mundo, «peregrinos de esperanza». El Papa anima a preguntarnos si realmente estamos en camino o nos encontramos paralizados, con miedos y sin esperanza. Y anima a realizar un ejercicio cuaresmal: confrontarnos con alguna realidad concreta de algún migrante o persona sufriente, dejando que nos interpele.
En segundo lugar, el Papa propone que caminemos “juntos”. No podemos ser viajeros solitarios sino que Dios debe impulsarnos a salir de nosotros mismos e ir a Dios y a los hermanos. El término “juntos” habla de comunión, de trabajar por la unidad, junto con los demás, sin dominar ni dejar que nadie quede atrás o excluido. Anima a caminar en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos unos a otros con amor y paciencia. El Papa pide que en esta Cuaresma nos preguntemos si en nuestra vida concreta (de trabajo, familia, comunidad…) somos capaces de hacer camino con los demás, de escucharnos, de vencer la tentación de encerrarnos y preocuparnos sólo de nuestras necesidades, preguntarnos si tenemos una actitud de acogida de los demás, real, concreta… El Papa lo llama conversión a la sinodalidad.
En tercer lugar, el Mensaje propone “la esperanza que no defrauda” (cf. Rm 5,5), mensaje central del Jubileo. Ella debe ser el horizonte del camino cuaresmal: la victoria pascual. Ésta es la tercera llamada a la conversión: la esperanza, la confianza en Dios y en su gran promesa, la vida eterna. El Papa nos pregunta si tenemos la convicción de que Dios puede perdonar los pecados o nos comportamos como si pudiéramos salvarnos solos. ¿Vivimos concretamente la esperanza que ayuda a leer los acontecimientos de la historia e impulsa al compromiso por la justicia, la fraternidad y el cuidado de la casa común? La esperanza es el ancla del alma, segura y firme.
Busquemos al Señor ahora que se deja encontrar. Invoquémosle ahora que está cerca, cantaremos estos días. Encontrarlo y configurarnos con su pasión y su resurrección es la vida verdadera y la fuente de nuestra esperanza.