14ª. Jornada Diocesana de Pastoral de la Salud en Balaguer

La 14ª Jornada Diocesana de Pastoral de la Salud se celebró el sábado 16 de marzo en la casa de espiritualidad del Sto. Cristo de Balaguer. Fue presidida por Mons. Joan-Enric Vives, Arzobispo de Urgell, junto con la Delegada de Pastoral de la Salud, Hna. Visitación Lorenzo, religiosa de la Sagrada Familia de Urgell, y contó con la presencia de más de 70 agentes de pastoral de salud del Obispado de Urgell y algún de Solsona.

La ponente fue la médica Dra. Montserrat Esquerda, Delegada de Pastoral de la Salud de la Diócesis de Lleida que hace más de 25 años que trabaja como médico en el área de Lleida, especialmente en el área de pediatría, en bioética y en el acompañamiento en el duelo .

El tema que desarrolló en sus dos conferencias matinales fue el de «La eutanasia y el suicidio asistido».

La Dra. Esquerda subrayó el compromiso de la Iglesia en favor de la vida, sobre todo de las personas en situaciones de especial vulnerabilidad, que en palabras bien recientes del papa Francisco «debe ser clara, firme y apasionada». Asimismo, insistió en que la Iglesia pide mitigar el dolor y el sufrimiento mediante cuidados paliativos y el acompañamiento a los enfermos y a los cuidadores, y legislar en favor de buenas medidas sociales que permitan una mejor atención a los enfermos. Preocupa constatar la distorsión con que son tratados a menudo estos temas de la enfermedad grave, la finalización de la vida y el acompañamiento de la muerte, que son tan importantes para las personas, las familias y toda la sociedad.

La eutanasia en sentido verdadero y propio se debe entender como una acción u omisión que por su naturaleza y en la intención causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor. La Iglesia siempre ha considerado la eutanasia como un mal moral y un atentado a la dignidad de la persona, en tanto que es la eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona humana (cf. E.V. 65).

Nadie es dueño absoluto de la vida. No existe un derecho a disponer arbitrariamente de la propia vida. Las decisiones terapéuticas tienen su raíz en los conocimientos de la medicina basada en la evidencia y buscan curar. Por otra parte, no es posible entender la eutanasia y el suicidio asistido como algo que se refiera exclusivamente a la autonomía del individuo, ya que estas acciones implican la participación de otros, en este caso, del personal sanitario. Ya el juramento hipocrático afirma: «no daré ninguna droga letal a nadie, aunque me la pidan, ni sugeriré un uso como este».

Lo que realmente piden los enfermos y sus familias es la ayuda para asumir los problemas y las dificultades personales y familiares que suelen presentarse en los últimos momentos de la vida. El tratamiento del dolor y el abordaje del sufrimiento, el control de efectos secundarios y colaterales, la mejora de la calidad de vida y de la autonomía del paciente, la ayuda a las familias en estas situaciones, murió en compañía de los seres estimados, con la asistencia espiritual y sacramental, y muchos otros aspectos importantes, son los elementos reiteradamente solicitados. Y estos elementos son precisamente los que configuran lo que conocemos como cuidados paliativos. Llama la atención que se quiera proponer una ley de eutanasia cuando no se ha legislado a nivel estatal sobre la instauración de los cuidados paliativos, así como la necesaria formación reglada de esta disciplina de altísimo valor científico y ético en el ámbito universitario y sanitario. Son precisamente estos cuidados los que son demandadas ampliamente por la sociedad y por los profesionales sanitarios en particular.

A este respecto, el Papa Francisco afirma: «no siempre se puede garantizar la curación de la enfermedad; a la persona que vive debemos cuidarla y podemos cuidarla siempre: sin acortar su vida nosotros mismos, pero también sin cebarnos inútilmente contra su muerte. En esta línea se mueve la medicina paliativa que reviste también una gran importancia en el ámbito cultural, esforzándose para combatir todo lo que hace la muerte más angustiosa y llena de sufrimiento, es decir, el dolor y la soledad. «(Roma, noviembre 2017).

Su ponencia terminó con las preguntas de los asistentes sobre diferentes aspectos.

Al finalizar, los asistentes se desplazaron al Santuario-Basílica del Santo Cristo de Balaguer donde, presidida por Mons. Vives, tuvo lugar una oración ante la Sagrada Imagen del Santo Cristo encomendando especialmente a todos los enfermos y los que los atendemos desde los diferentes ámbitos de la pastoral de la salud.

Posteriormente, se rezó el Ángelus, a la Virgen, bajo la advocación de los Dolores.

Una comida de hermandad en la Casa de espiritualidad del Santo Cristo de Balaguer concluyó la jornada.

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