En comunión con la Iglesia universal y dentro del Jubileo de la Esperanza 2025, la Iglesia de Urgell vivirá el domingo 16 de noviembre una jornada de oración y compromiso con los más necesitados, en las eucaristías dominicales y en distintas comunidades y grupos de oración. Así celebraremos la IX Jornada Mundial de los Pobres, instituida por el papa Francisco y que este año tiene por lema “Tú, Señor, eres mi esperanza” (Salmo 71,5). La jornada coincide con la celebración en Roma del Jubileo de los Pobres, dentro del Año Jubilar de la Esperanza, y busca poner de relieve la dignidad y los derechos de las personas empobrecidas, así como la urgencia de hacer concreta la esperanza en el mundo.
El delegado episcopal de Cáritas Diocesana, Mn. Jaume Mayoral, en su mensaje considera que se trata de recuperar para los pobres la dignidad que les ha arrebatado el sistema político y social. De restituirles la dignidad que tienen como hijos de Dios:
¡Los pobres no son una distracción para la Iglesia!
Con esta rotundidad lo expresa el Papa en su mensaje con motivo de la IX Jornada Mundial de los Pobres que celebramos este domingo. Los pobres, los marginados, los vulnerables… no son una distracción que nos haga pensar que nuestra tarea desde la caridad es solo darles comida, ropa, vivienda y justificar así ciertas actitudes de creyentes, cuando hablan de los “pobrecitos” que el Señor nos da para atenderlos. No podemos aceptar esta situación como justificación de nuestra obra caritativa y social. La tarea que nos encomienda el Evangelio y la misma Doctrina Social de la Iglesia es recuperar para los “pobrecitos” la dignidad que les ha quitado el sistema político y social que tenemos. Y que después, en forma de función subsidiaria, se la quiere devolver con tantas dificultades y trabas como es posible… Solo hay que preguntar a quienes deben hacer colas interminables para solicitar a la administración lo que les corresponde y necesitan para vivir.
Debemos llegar a restituir para todos la dignidad que tienen como hijos de Dios. Subrayemos el “para todos”. Hoy la pobreza no tiene un único pasaporte, y reviste a personas de diferentes procedencias, religiones, culturas… Sí, me gustaría que Cáritas no fuera necesaria en el sentido que ahora tiene, me gustaría que fuera una realidad de servicio de la Iglesia que pudiera celebrar la igualdad de todos. ¿Es un sueño quijotesco, una utopía a largo plazo? No. De hecho, los Evangelios están llenos de historias que hablan de devolver la dignidad a marginados de toda clase, también en el ámbito religioso, y me recuerdo —y os recuerdo— que es el libro de ruta para los creyentes. Estamos terminando este Año Jubilar en el que miles y miles de personas han buscado ganar el jubileo, también entre nosotros. La esperanza ha sido para muchos la clave que les ha abierto el sentido primordial de cualquier jubileo: pedir perdón para recibir la Misericordia de Dios. Y una de las cosas por las que debemos pedir perdón es por la situación de pobreza de tantos hombres y mujeres en el mundo. Estos días lo reflexionamos con los niños de una escuela, cuando en la Eucaristía de inicio de curso escuchamos la parábola del “Buen Samaritano”: el samaritano no “se distrajo” con el hombre que necesitaba ayuda, lo miró y lo ayudó. Y nosotros, ¿qué hacemos?
Para terminar, comparto un texto de san Agustín que León XIV ha incluido en su mensaje y que creo que puede iluminar mejor lo que he querido deciros a través de este escrito en el Full Dominical con motivo de la Jornada. El texto dice:
«Das pan al hambriento, pero sería mejor que nadie sintiera hambre y que no tuvieras a nadie a quien dárselo. Vistes al desnudo, pero ojalá todos estuvieran vestidos y no hubiera necesidad de vestir a nadie». Mientras no llegue ese momento, será tarea de todos que el pobre (los pobres) Lázaro pueda tener algo más que las migajas que caen de la mesa de los ricos.
Mn. Jaume Mayoral, Delegado de Cáritas de Urgell






