Acojamos al Papa León XIV con alegría y esperanza (1)

Con la elección del Papa León XIV, la Iglesia universal inicia un nuevo camino lleno de expectativas y de profundo sentido espiritual. Cada nuevo pontificado es, de alguna forma, un signo de los tiempos y una respuesta de Dios a las necesidades del momento histórico que vivimos. En este caso, el Papa León se presenta como una figura con fuerte arraigo en la Tradición, en el surco del Papa Francisco, y, al mismo tiempo, con una mirada serena, abierta y lúcida hacia los retos contemporáneos. Nacido en Chicago en 1955, profesó como religioso agustino, fue misionero, y sirvió como obispo de Chiclayo (Perú) y posteriormente como prefecto del Dicasterio para los Obispos, donde destacó por su profundo conocimiento teológico y su sensibilidad pastoral. Es reconocido por su sólida formación en matemáticas, teología y derecho canónico, así como por una espiritualidad marcada por la simplicidad evangélica, la contemplación y el diálogo abierto. Ha sido también una voz activa en favor de la justicia social y la paz, cerca de los necesitados, contando mucho con los laicos, y promoviendo la reconciliación social. Al ser elegido como Sucesor de Pedro, ha escogido el nombre de León XIV, evocando la figura del papa León XIII (1810-1903), símbolo de diálogo moderno entre la Iglesia, la sociedad y el mundo obrero, indicando así una voluntad clara de continuidad y apertura hacia la nueva era del conocimiento y la comunicación.

Desde el primer momento, su estilo y palabras han captado la atención del mundo entero. Con un tono sereno pero firme, el Papa León XIV ha puesto de manifiesto que su servicio al Pueblo de Dios estará marcado por la claridad doctrinal, la centralidad de Cristo y un fuerte acento pastoral y sinodal, especialmente orientado a quienes viven más alejados de la Iglesia o se encuentran heridos por la indiferencia espiritual de nuestro tiempo. El nuevo Papa entiende su ministerio apostólico vinculado a la verdad del Evangelio como fuente de libertad y en continuidad con la gran Tradición de la Iglesia. León XIV encarna la convicción de que la fidelidad a la doctrina de la Iglesia es compatible con una acogida llena de misericordia, especialmente para aquellos que buscan a Dios sinceramente. Este equilibrio entre verdad y caridad parece ser uno de los ejes de su pontificado.

También nos saludó con la paz del Resucitado y nos dijo que “¡nunca más la guerra!” y que era necesario esforzarnos por la paz global. Expresó su preocupación por la situación mundial, afirmando que la 3ª Guerra Mundial podría haber empezado «a trozos». Pidió una paz “desarmante y desarmada”, una paz «justa y duradera» en Ucrania y un alto el fuego inmediato en Gaza, al tiempo que celebraba el acuerdo de cese el fuego entre India y Pakistán, y oró por la liberación de los rehenes israelíes retenidos por Hamás. Fiel a la gran tradición intelectual de la Iglesia, como buen agustino, el Papa León XIV promoverá un diálogo fecundo entre la fe y la razón, entre el Evangelio y la cultura contemporánea. En un mundo que a menudo presenta la religión como contraria al pensamiento libre, defiende que creer no es renunciar a pensar, sino abrirse a una verdad más plena. Esta actitud le convierte en un pontífice especialmente atento al mundo académico, a los jóvenes y a todos aquellos que buscan sentido. Os animo a acoger al nuevo Santo Padre León XIV con esperanza, oración y disponibilidad, y que, como Diócesis, sepamos andar en comunión con él, unidos como miembros vivos del Cuerpo de Cristo.

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