Peregrinación jubilar del Arciprestazgo de Andorra a la Catedral de La Seu d’Urgell

El domingo 4 de mayo, III Domingo de Pascua, tuvo lugar la peregrinación jubilar de las siete parroquias del Arciprestazgo de los Valles de Andorra a la Catedral de Santa María de La Seu d’Urgell, templo jubilar. Más de cien fieles participaron, acompañados por los rectores de las parroquias andorranas, encabezados por el arcipreste Mn. Ramon Sàrries.

La peregrinación comenzó con una statio en la iglesia de Sant Miquel, donde los fieles se congregaron. Allí, el arzobispo de Urgell y Copríncipe de Andorra, Mons. Joan-Enric Vives, les dio la bienvenida e introdujo el profundo significado de lo que iban a celebrar: Sant Miquel, iglesia más antigua (s. XI) que la misma Catedral (s. XII), acogía a los peregrinos andorranos, quienes, juntos, iniciaron una breve procesión por el claustro, simbolizando que el Santo Pueblo de Dios camina unido, en comunión, siguiendo a Cristo y a sus Apóstoles. El canto del Himno del Jubileo acompañó la procesión hasta la Catedral, madre de las iglesias de la Diócesis: flama viva, esperança nostra, que aquest cant arribi fins a Vós. Vós sou font de vida infinita, en la ruta confiem en vós. La cruz procesional abría el camino de los peregrinos, que marchaban tras ella como el pueblo del nuevo Israel. Los cantos fueron interpretados por la coral y el organista de la parroquia de Sant Julià de Lòria. Se proclamaron el salmo de los peregrinos (Sal 121) y las letanías de los santos.

Ya en la nave de la Catedral, se celebró el rito del recuerdo del bautismo, con la renovación de las promesas bautismales y la aspersión con agua bendita, para recordar que todos los cristianos nacemos a la fe mediante el agua y el Espíritu, que nos regenera, nos perdona los pecados y nos hace hijos amados de Dios y miembros de la Iglesia: sacerdotes, profetas y reyes para la vida eterna.

A continuación, Mons. Vives entonó el himno del Gloria de la Eucaristía dominical pascual.

En su homilía, el arzobispo Joan-Enric comentó las lecturas proclamadas: en la primera, Hechos 5, 27b-32.40b-41, se recordaba que “obedecer a Dios es más importante que obedecer a los hombres”, aludiendo a la valentía de los apóstoles cuando eran perseguidos por su fe. A veces, seguir a Jesús implica dificultades, incomprensiones y peligros, pero siempre debemos dar testimonio esperanzado de Él, como hicieron los Apóstoles. Mons. Vives subrayó también la importancia del Jubileo 2025, convocado por el recientemente fallecido Papa Francisco, con el lema “peregrinos de esperanza”. Hay que sembrar alegría, fe y esperanza, porque Cristo ha resucitado.

Comentando el Evangelio (Jn 21, 1-19), explicó que los discípulos, al no tener a Jesús como centro, “no pescaron nada” y estaban desanimados. Pero cuando obedecieron su palabra —“echad la red a la derecha de la barca”—, la pesca fue tan abundante que no podían sacar la red. Así, recordó que debemos obedecer a Jesús con confianza y fe: con Él, la pesca será abundante. Mons. Vives animó a los fieles de Andorra a perseverar en la fe, recordando también la imagen del Cordero de Dios en la iglesia prerrománica de Santa Coloma, una de las más antiguas y bellas representaciones que deben recordar al pueblo cristiano su fe.

Finalmente, pidió oraciones por el Papa Francisco y por el próximo cónclave, en el que los cardenales deberán elegir un nuevo obispo de Roma, pastor de la Iglesia universal.

Al final de la Misa, todos los fieles rezaron unidos la oración del Jubileo, y el arzobispo invitó al arcipreste Mn. Ramon Sàrries a dirigir unas palabras de agradecimiento por la participación en el Jubileo del Arciprestazgo y por sentirse Iglesia diocesana reunida en torno a su Pastor y Obispo.

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