Jornadas de Teología 2023 (1)

El Seminario Diocesano de Urgell ha acogido el miércoles 30 y también lo hará el jueves 31 de agosto, en La Seu d’Urgell, las Jornadas de Teología que organiza cada final de verano la Delegación de Enseñanza del Obispado de Urgell , presidida por el Arzobispo de Urgell, Mons. Joan-Enric Vives, y con una nutrida asistencia de laicos vinculados con la pastoral de la educación, la catequesis, de la asistencia social, de sacerdotes y profesores y maestros de religión, que han superado a los 120 inscritos.

El tema escogido ha sido: “¿Qué nos hace humanos? Neurociencias y Teología”, que ha sido desarrollado por el Dr. Jaume Duran, médico, director general de una fundación sanitaria en el Mollet y por el Dr. en Teología y Filosofía y Coordinador de las Jornadas de Teología, Francesc Torralba.

El Delegado de Enseñanza, Mn. Pepe Chisvert, ha hecho la introducción en las Jornadas agradeciendo la gran asistencia, y dando al Dr. Torralba un sentido pésame por la muerte en accidente de su hijo, recientemente ocurrida. Después el Arzobispo Joan-Enric ha abierto las jornadas poniendo un punto de reflexión, trasladando el luto de la familia de la diócesis de Urgell, a la familia Torralba-Del Blanco, señalando la importancia de sentir el calor humano en momentos difíciles cómo lo es la pérdida de un hijo. Mons. Vives ha señalado que la humanidad es gloriosa, tiene gestos y acciones muy grandes de amor y progreso. La humanidad ha ido progresando y dominando la Tierra tal y como tal en el mandato del Señor “sed fecundos y dominad la tierra”, pero no de una manera déspota sino con un dominio de ordenarla y continuar la obra de Dios poniendo orden.

Explicó que, en las Jornadas, partiendo de la visión de las neurociencias se pretende identificar los puntos de encuentro con la visión de la antropología cristiana, que la iglesia sigue con atención las alegrías y esperanzas, los miedos, y las acompaña haciendo -sus; queriendo poner a la persona humana y las cuestiones que tienen que ver con la persona humana en el centro.

En las Jornadas de este año, se trataba de descubrir lo que es la persona humana. En este sentido ha citado a San Pablo: «nos dice que somos espíritu, alma y cuerpo«. Y en la división tradicional siempre se ha dicho somos cuerpo y alma, ¿pero esto tiene sentido hoy? ¿Qué nos dicen las ciencias? ¿Qué hipótesis se han buscado a lo largo de la historia de la filosofía que lo entendieran? Nuestra realidad es nueva en la creación en la que el cuerpo no nos lo dice todo. Hay un misterio de lo que es la persona, ¿qué es lo que nos hace humanos?

Tras la introducción del Dr. Torralba, el Dr. Duran dio inicio a las conferencias.

En la primera, “¿Qué dicen las neurociencias de la persona humana?”, el Dr. Duran explicó que las neurociencias, un campo científico dedicado al estudio del sistema nervioso y especialmente del cerebro, han dado luz sobre la compleja naturaleza de la persona humana. En los últimos años, los avances en el campo científico han revelado cómo el cerebro despliega una red de conexiones y estructuras que están intrínsecamente relacionadas con diversos aspectos de la experiencia y la sensibilidad. Una de las revelaciones más impactantes es la capacidad del cerebro humano para comprender y entrar en el campo de la trascendencia espiritual. A través de su evolución, el cerebro ha desarrollado regiones que permiten la contemplación espiritual, el pensamiento ético y la apreciación estética. Estas capacidades que, señaló Durán, parecen distinguirnos de otras especies animales, tienen su base en una realidad biológica profundamente arraigada.

Detalló cómo la neurociencia también ha demostrado que nuestras emociones, decisiones y comportamientos tienen correlatos neuronales. El cerebro no sólo procesa información, sino que también influye en cómo experimentamos el mundo y cómo interactuamos con él.

En la vertiente espiritual, Durán explicó que se ha demostrado que las personas que rezan pueden ampliar su capacidad cognitiva. Podemos decir que diferentes áreas cerebrales están relacionadas con las experiencias trascendentes, tal y como se ha ido demostrando a partir de los estudios realizados con neuroimagen, registros gráficos o datos biomédicos. Si lo agrupamos por áreas cerebrales topográficas, podemos hablar de modelos de experiencia espiritual focalizados en espacios concretos como en la sección posterior del lóbulo parietal, en los lóbulos temporales, en el frontal, en el sistema nervioso autónomo o bien de modelos integrales. En el lóbulo parietal existe un área específica que se relaciona con experiencias de carácter religioso. Existirían además otras tres áreas que intervendrían en estados de experiencia religiosa mental, como la estrictamente visual, la de atención y asociación, y la verbal-conceptual de asociación. Los lóbulos frontales han sido la base de numerosos estudios neurobiológicos para explicar las experiencias trascendentes, dado que se ha demostrado que la medicación permite activar eléctricamente zonas corticales frontales. Estos lóbulos frontales han sido además reivindicados como la sede de la libertad, que juega un papel trascendente en la voluntad de identificación grupal y del seguimiento ritual.

Todos estos elementos deben considerarse para definir la relación entre neurobiología y experiencia espiritual. Para finalizar, el Dr. Durán recordó cómo las neurociencias nos han proporcionado una comprensión más rica y matizada de la persona humana al demostrar cómo nuestras capacidades espirituales, éticas y emocionales están arraigadas en una base biológica. Es esta interconexión entre la biología y la experiencia humana la que nos lleva a una apreciación más profunda de quiénes somos y cómo funcionamos en el mundo.

Seguidamente en la ponencia «La persona humana según el Antiguo Testamento» el Dr. Durán explicó cómo, contrariamente a la tradicional dualidad con la que el mundo de la filosofía ha tendido a explicar a la persona humana de forma bastante reduccionista a lo largo de los tiempos, el Antiguo Testamento presenta una visión holística y multidimensional de la persona humana. A través de sus escritos, se revela que el ser humano no es simplemente un conjunto de funciones biológicas, sino que tiene varias dimensiones que le hacen único y especial.

Durán hace cuatro categorías siendo la primera la basar o dimensión sensible, pues el Antiguo Testamento reconoce la importancia de la corporeidad humana, donde el cuerpo es un vehículo para experimentar el mundo y relacionarse con él. El basar es la expresión hebrea de la vida del cerebro reptiliano en la persona humana, la parte biofísica de la persona humana que el sistema nervioso arcaico reptiliano nos permite tocar, andar y ser capaz de percibir el exterior; el nephesh o alma identitaria es similar a nuestro constructo nervioso límbico mamífero donde se acumulan las memorias emocionales y de la vida emotiva. Una dimensión emocional que nos hace conectar con otros seres humanos y el mundo en sí, puesto que el Antiguo Testamento subraya la capacidad del ser humano para experimentar una amplia gama de emociones; una dimensión de voluntad y decisión o leb espiritual dado que el ser humano tiene capacidad para tomar decisiones, querer, imaginar y comunicar siendo ésta una dimensión que implica la conciencia del yo y la facultad de elegir entre cursos de acción diferentes; y la última dimensión trascendente llamada ruah donde el ser humano trasciende las limitaciones físicas y materiales y profundiza en su existencia mediante su capacidad para conectarse con lo divino, buscar un propósito más allá del mundo material y encontrar significado en una relación con Dios.

La Jornada continuó por la tarde con la última ponencia del Dr. Durán llamada «Síntesis entre la visión neurocientífica y la visión bíblica«, centrada en profundizar sobre cómo la neurociencia nos acerca a un conocimiento más preciso de los espacios interiores de espiritualidad y de concepción ética que explica el ser humano. El Dr. Durán resaltó cómo es gracias a este campo científico que estudia nuestro sistema nervioso, en especial el central y papel del cerebro en nuestra vida humana, la conceptualización de la experiencia de la fe y la ciencia pueden ir de la mano. Esta síntesis entre la visión neurocientífica y la visión bíblica nos ofrece una comprensión más completa y enriquecedora de la persona humana. La neurociencia nos ayuda a desentrañar cómo nuestras experiencias espirituales y éticas están arraigadas en la biología de nuestro cerebro. La capacidad de trascendencia, en cambio, es una manifestación de la evolución cerebral que nos permite experimentar la espiritualidad y la ética de forma única en el reino animal. Por otra parte, la visión bíblica añade una dimensión trascendente a esa comprensión. La conexión con lo divino ofrece un propósito y un significado más profundos en nuestras vidas.

La primera jornada concluyó con la celebración eucarística, en la capilla de la Inmaculada del Seminario Diocesano, presidida por Mons. Joan-Enric Vives, en el que los maestros y profesores de religión recibieron su “misión” para el curso escolar que debe empezar.

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