El salón de actos del Seminario diocesano de Urgell acogió el 14 de mayo la 19ª edición de la Cátedra de Pensamiento Cristiano del Obispado de Urgell, que después de dos años de celebrarse de forma telemática este año se ha podido volver a organizar de forma presencial. El acto se inició a las diez y media de la mañana, presidido por Mons. Joan-Enric Vives. Intervinieron como ponentes el Dr. Javier de la Torre, que habló de «El cuidado del mundo»; la Dra. Ester Busquets, que trató de «El cuidado de los demás»; y el coordinador de la Cátedra, el Dr. Francesc Torralba, con la ponencia «El cuidado de uno mismo».
En los saludos iniciales a los asistentes, el Arzobispo de Urgell quiso destacar precisamente la alegría de podernos reencontrar de nuevo en persona y apuntó algunos elementos de reflexión sobre el tema de la jornada; “Hacia una sociedad del cuidado”, en el marco de los tres ámbitos esenciales, el cuidado del mundo, el cuidado de los demás y el cuidado de uno mismo. Mons. Vives puso énfasis en el interés e importancia del cuidado del otro y la dependencia que tenemos unos de otros en la esfera de nuestras relaciones. Después de la pandemia del Covid-19 con sufrimientos, dolor, con momentos muy difíciles para muchas familias, pero también muestras de solidaridad espontánea, de sentimientos de fraternidad sin límites, de sacrificio hacia los más débiles y, en definitiva, de caridad en el sentido más cristiano de la palabra, es el momento de replantear qué modelo de relaciones podemos establecer con nuestro entorno familiar, social y laboral.
La jornada ponía en el foco nuestra fragilidad y relevancia que tiene la ética del cuidado para nuestra subsistencia y para la de las generaciones futuras. Como se dijo en la presentación, debemos cuidar de nuestro ser, de la naturaleza, de las instituciones, del mundo, de nuestros vínculos y de los valores que fundamentan la vida en paz y armonía. Cuidar es velar y proteger la realidad; es una forma de cariño.
El mundo, un gran escenario que cuidar
El Dr. Torralba inició la presentación de los primeros ponentes hablando del mundo como un gran escenario que cuidar, y en el que hay que cuidar al otro: es decir, de todo ser humano. Debe ser así porque todos, inevitablemente, necesitamos cuidar y ser cuidados. Somos seres necesitados de este cuidado, y es necesario que cuidemos nosotros mismos, no como un acto narcisista, ni como un objetivo en sí mismo, sino como un vehículo para poder cuidar a los demás.
El Dr. Javier de la Torre inició su ponencia poniendo énfasis en el cuidado del planeta, la urgencia de la sostenibilidad ambiental. Lo hizo hablando de la percepción humana del mundo, que aprecia grietas (pobreza, guerras…) en las situaciones que vive. Necesariamente, la percepción del hombre es limitada y las personas no podemos ver todas las grietas del mundo. Siguiendo el hilo de esta percepción se sitúan las percepciones de las grietas marcadas por épocas. En la actualidad nos enfrentamos al transhumanismo y a los objetivos 2030 en referencia al desarrollo sostenible. Estos objetivos son un marco referencial a varios niveles.
Para el catedrático de la Universidad de Comillas, la limitación de percepción nos lleva a comprender que todas las grietas están interconectadas. Y en este sentido la superación de estas grietas a través de los 17 objetivos marcados por 2030 en el siglo XXI nos lleva a la conciencia de que todo está relacionado. Y es que vivimos en un planeta que tiene unos límites a nivel local y personal, y también límites planetarios: son heridas abiertas con gradaciones diferentes y que afectan a nuestra continuidad futura.
El Dr. De la Torre habló de las limitaciones del planeta que nos acoge: la tierra está sobrepasada en la pérdida de biodiversidad, el cambio climático, la acidificación de océanos o la deforestación, y hay que añadir las guerras y su impacto. en el ámbito medioambiental. ¿Cómo abordar estas limitaciones? Por él, hay que hacerlo a través del cuidado del mundo, y no desde la distancia, el juicio o la imparcialidad, sino, desde lo concreto, desde la proximidad, desde la perspectiva de mi vida, trata de descubrir las necesidades y responder a ellas con competencia, proximidad, compromiso, compasión, entrando en una relación en la que uno escucha al otro en sus heridas.
En este sentido habló de la encíclica «Laudato Si» del papa Francisco, y abanderó la defensa de una bioética global, con sentimiento y con empatía hacia todo indicativo de vida, porque ha señalado: la ciencia sin conciencia puede dejar el mundo sin alma. Y la continuidad del mundo depende de nuestro cuidado. En este sentido, ha propuesto recuperar el cuidado del mundo en sus diversas áreas, con responsabilidad social, personal y política, y abordar los derechos esenciales como una cuestión espiritual, a través del diálogo interreligioso, releyendo los textos de las Escrituras de otra manera, y descubrir el cuidado de la tierra como una obra de misericordia. Para cambiar el mundo, no se cambia sólo de los organismos internacionales, sino desde el ámbito local. Desde nuestra actividad y al mismo tiempo, desde las poblaciones indígenas que son guardianes de la naturaleza. Es un cuidado que necesita la actividad y disposición de todos.
Cuidar al mundo no es una idea. Es cuestión de hábitos, de cambios de vida: es una cuestión de decisiones. Hay todo un compromiso pedagógico, que debe articularse desde un concepto muy clásico: las virtudes. Si queremos cambiar el mundo y no sólo pensar cómo cambiar el mundo, es necesario vertebrar virtudes en las generaciones más jóvenes. Porque somos seres dependientes y vulnerables, que dependemos de los demás para hacer el camino y para crecer. Crecemos gracias a los demás. Solo conseguimos ser independientes gracias a los demás. Por eso habría que cultivar las virtudes que llamó “ambientales”: facilitar prácticas de apoyo ambientales y educar las actitudes del corazón; aquellas actitudes que tienen que ver con la sensibilidad: la sobriedad (saliendo del consumo para asumir que no es necesario tener para ser, y evitar por tanto el consumismo desmedido); integración (necesitamos personas que hagan el papel de intermediario, que pongan puentes y curen las fracturas y que sean capaces de hacer extensiva su paz interior); humildad, (hay que sentirse pequeño y reconocer que podemos hacer cosas erróneamente); agradecimiento (una virtud contemplativa frente a la conquista, por poder salir del utilitarismo y los abusos); salir de sí mismo (trascenderse a uno mismo y cuidar de los próximos).
Propuso a los asistentes optar por espacios verdes, poniendo límites a la tecnología, al trabajo, al sobreconsumo, al individualismo, iniciando prácticas de conciencia planetaria, de conciencia diacrónica, teniendo conciencia de pueblo y de comunidad. Porque no hay cuidado de la tierra si no hay cuidado social. El ponente ha puesto mucho énfasis en el cuidado de las relaciones personales y familiares, integrando a todos aquellos que quedan fuera.
El cuidado de los demás
Después de una pausa, hizo su intervención la Dra. Ester Busquet que destacó, para empezar, la vulnerabilidad humana que se ha puesto de relieve en los últimos dos años, apuntando que hay que poner en valor el cuidado de los demás. En este sentido, articuló su discurso en torno a cuatro ejes: la vulnerabilidad de las personas, el cuidado como valor evangélico, la continuidad del cuidado y finalmente, de la mejora de lo que ya tenemos, concluyendo que la fraternidad es pieza clave para salir adelante.
Para la Dra. Ester Busquet, cuando vemos que el ser humano es vulnerable, se nos pone de relieve la necesidad de los demás.
El elemento de la fragilidad humana ha existido siempre, como se manifiesta en la misma parábola del Buen Samaritano, sin embargo, tendemos a querer huir de la naturaleza frágil del ser humano. La vida es frágil porque estamos abiertos a las heridas de la violencia, la pobreza, la enfermedad o la muerte. Pero esto es precisamente lo que da valor a la vida humana. Si no hubiese final, finitud, nada tendría valor. Que tenga final es lo que da valor a lo que vives. Sin embargo, apuntó que, la cultura actual no acepta la fragilidad, y se potencia la autosuficiencia. Alertó de que de manera esencial y mucho más a menudo de lo que parece a menudo, necesitamos el acompañamiento de los demás. La respuesta a la vulnerabilidad es el amor, que obliga a dar respuesta a las necesidades de los demás.
En el caso del cuidado como valor evangélico, la Dra. Busquet, hizo hincapié en la necesidad del cuidado a todo el mundo, y no sólo a los más cercanos. Se trata, en este sentido, de aprender que la interdependencia es una dinámica en la que unos somos dependientes de otros. Así que las virtudes se nutren más de los ejemplos que de los discursos, y se hace realidad el dicho de predicar con el ejemplo. Es interesante que, en la parábola evangélica del Buen Samaritano, el samaritano se pregunte qué le pasará al otro si él no se detiene, que se preocupe por el otro, no por sí mismo. Este componente de compasión da un paso más adelante cuando ante la necesidad responde y actúa y se vincula. No se trata de un gesto sólo solidario que carece de continuidad. El samaritano se vincula con quien ayuda y no sólo de una forma puntual. En este sentido, existe un tercer eje: dar sentido al cuidado implica continuidad.
Por último, la Dra. Busquet habló de mejorar lo que tenemos. Más allá de lo que frena nuestra capacidad del cuidado del otro, como el individualismo, economismo, el animalismo, de los que puso ejemplos, está la fraternidad. La fraternidad, acabó señalando a la ponente, es lo que nos dignifica como sociedad, y es, además, el gran desafío al que nos enfrentamos hoy.
El cuidado de uno mismo, huyendo del narcisismo
Después de comer; el Dr. Torralba fue presentado, como es tradición por el Arcipreste de los Valles de Andorra, Mn Ramon Sàrries. El coordinador de la Cátedra encaró su ponencia desarrollando el aspecto del cuidado de sí mismo. Para Torralba el cuidado de uno mismo debe distinguirse del narcisismo. Cuidar nuestra esencia para poder atender a los demás no es narcisismo; más allá de la actitud autorreferencial que supone el narcisismo, la preocupación hipertrofiada de uno mismo, existe, por contraposición, al cuidado de sí mismo para poder cuidar de los demás y del mundo.
En este aspecto del cuidado de sí mismo, hay dos elementos para tener en cuenta: el cuerpo y el alma. A menudo se tiene en cuenta la dimensión corporal pero rara vez en nuestra sociedad el cuidado de uno mismo contempla el cuidado del alma, de nuestro espíritu. El Dr. Torralba recordó que en la tradición cristiana siempre ha habido un interés por el cuidado del alma. Una larga tradición lo sustenta, y puso como ejemplo a San Agustín, que habla de Jesús como médico del alma.
Habló de la simplificación que nuestra cultura hace y que a veces reduce el cuidado de uno mismo a dos grandes peligros: el farmacentrismo, creer que sólo con los fármacos, que son buenos y están bien, podemos curar el alma; pero existen heridas profundas, desesperanzas, que los fármacos no pueden curar. Y el otro peligro es la autoayuda que puede crear frustración si no se logra llegar al estado de bienestar siguiendo los consejos dados.
Para el coordinador de la Cátedra, el cuidado del alma es más que eso: es la búsqueda de la dimensión espiritual de las personas que el Dr. Torralba ha desarrollado en tres grandes ejes:
- la fuerza curativa de la palabra, que ha explicado que ha sido trabajada por algunos filósofos y médicos a lo largo del tiempo. Precisamente los cristianos creemos que Jesús es la Palabra de Dios, el Logos. El vacío existencial, la falta de sentido, a veces reclama una logoterapia, es decir, la terapia de la palabra. Un ejemplo es la labor desarrollada por Viktor Frankl, que hizo la conocida obra “El hombre en busca del sentido”. Las palabras que curan son aquellas que pueden hacer bien a otras personas. Por ejemplo, apalabrar el mundo interior (cf. P. Duch) y poder expresar lo que sentimos, poner palabra, libera. La palabra puede ayudarnos a vencer las dos grandes enfermedades que puede tener la dimensión espiritual: el remordimiento y el resentimiento.
- la comunidad: la comunidad se opone a la masa. La comunidad genera vínculos afectivos entre las personas que forman parte de la comunidad. El gran peligro para nuestra alma es vivir atomizados, sin vínculos, sin referentes. La comunidad nos ayuda a salir del egoísmo y a cuidarnos porque tenemos a alguien que se preocupa por nosotros.
- el perdón: El perdón libera el alma de quien pide perdón y de quien ofrece perdón. Es el antídoto contra el resentimiento y el rencor, dos enfermedades del alma. El perdón es genuinamente cristiano.
Y como conclusión Torralba añadió un elemento cristiano clave que sintetiza estos 3 elementos del cuidado del alma: la oración. La Palabra de Dios que nos aquieta e inquieta cuando oramos porque nos mueve a amar a los demás y a amarnos a nosotros porque somos amados por Dios Padre.
La clausura de la Cátedra fue realizada por el Arzobispo de Urgell, Mons. Joan-Enric Vives, que quiso agradecer la presencia de los ponentes destacando su valía filosófica y que acabó su intervención con el rezo de la oración de Carlos de Foucald que al día siguiente sería canonizado en Roma por el Papa Francisco.
Los ponentes de la Cátedra
El Dr. Javier de la Torre es profesor en Madrid de la Universidad Pontificia de Comillas, donde imparte las asignaturas de Teología Moral y Bioética en la Facultad de Teología. Licenciado en Filosofía y Doctor en Derecho, de 2006 a 2019 dirigió la Cátedra de Bioética y el Máster de Bioética, y desde enero del año pasado es el Director del Departamento de Teología Moral y Praxis de la Vida Cristiana. Actualmente preside el comité de ética de la universidad y dirige la Revista Iberoamericana de Bioética.
Es autor de numerosos libros y artículos, entre ellos: “Espiritualidad y salud” (en “Bioética e espiritualidade”, CRV, octubre de 2021, pgs. 17-78); “¿Límites al sexo? Sí, por favor” (en Sal Terrae. Revista de Teología Pastoral. Vol. 109, núm. 1268, pgs. 609-621, julio de 2021); “Morir humanamente en la sociedad del siglo XXI: pluralidad de valores en juego” (en “Labor Hospitalaria”. Vol. 53, núm. 331, pgs. 33-41, junio-septiembre de 2021); y “Principio de vulnerabilidad y el coronavirus, en , La humanidad puesta a prueba. Bioética y COVID-19”, Universidad Pontificia Comillas, pgs. 105-121, Madrid, 2020), por mencionar tan sólo algunos de los más recientes.
Ester Busquets, Doctora en Filosofía y diplomada en enfermería, es profesora de Ética en la Facultad de Ciencias de la Salud y el Bienestar de la Universidad de Vic-Universitat Central de Cataluña (UVic-UCC).
Es miembro de la Comisión Deontológica del Colegio Oficial de Enfermeros y Enfermeras de Barcelona, Secretaria del Comité de Ética de la Investigación de la UVic-UCC, y asesora de varios comités de ética de Cataluña. También ha sido colaboradora del Institut Borja de Bioètica (URL) y directora de la revista Bioètica & Debat.
Es autora de los libros “Pedagogía de la Bioética” (escrito con la jurista Núria Terribas y publicado en Lectio Ediciones, 2021); y “Ética del cuidado en ciencias de la salud” (Ed. Herder, Barcelona, 2019); así como de numerosos artículos especializados, entre los cuales “Para comprender el transhumanismo” (Iglesia viva, núm. 281, 2020, pgs. 11-22); «Más allá de los límites: crecer personal y profesional» (Annales de Medicina. Academia y Laboratorio de Ciencias Médicas de Cataluña, núm. 97, 2014, pgs. 20-22); “Breve historia de la ética” (Bioética & Debat, núm. 19(69), 2013, pgs. 20 y 21); y “Espacios de Reflexión Ética en Servicios de intervención Social” (Bioética & Debat, núm. 19(69), 2013, pgs. 11-15).
En cuanto al tercer ponente, el Director de la Cátedra de Pensamiento Cristiano y Doctor en Filosofía y Teología Francesc Torralba, como suele decir (y con razón) el Arcipreste de los Valles: «no necesita presentación». Sin embargo, quizá sea oportuno recordar, a modo de brevísimo currículum, que además de su labor docente en la Universidad Ramon Llull, y de los muchos reconocimientos y premios que ha recibido en su vertiente como ensayista, es Director de la Cátedra Ethos de ética aplicada en la Universidad Ramon Llull; Vicepresidente de la Sociedad Hispánica de Amigos de Søren Kierkegaard (filósofo sobre el que versó su tesis doctoral); y Vicepresidente de Aldeas Infantiles SOS Catalunya.
Asimismo, entre otros cargos, es miembro consultor del Consejo Pontificio de la Cultura de la Santa Sede (nombrado por Benedicto XVI); miembro de honor del Consejo Superior Europeo de Doctores y Doctores Honoris Causa; miembro del Comité de Ética del Complejo de salud mental Hermanas Hospitalarias de Benito Menni; vocal del comité de ética de la investigación del Hospital Clínic de Barcelona; colaborador del Instituto Borja de Bioética de la Universidad Ramon Llull; y forma parte del consejo asesor del Grupo Memora.
Últimamente ha publicado los libros “Mundo volátil” (Editorial Columna, 2018), “Diccionario Bergoglio: las palabras clave de un pontificado” (Ediciones San Pablo, 2019) y “Vivir en lo esencial: Ideas y preguntas después de la pandemia” ( Plataforma Editorial, 2020). Asimismo, entre sus artículos más recientes cabe mencionar “Paz exterior y paz interior”, Revista Humanizar, (04/05/2022); “La cruz universal de Gaudí y Dalí” (J. Angelats, J. M. Carbonell, M. Calsina, J. Dantí, N. Iceta, D. Jou, M. Mauri, A. Matabosch, M. Pérez, M. Rosàs y F .Torralba), La Vanguardia (24/04/2022); «Vocaciones femeninas» (con motivo del Día Internacional de las Niñas en las Tecnologías de la Información y de la Comunicación), Aldeas Infantiles SOS Catalunya (22/04/2022); “Meditación sobre la paz” El Punt Avui (21/04/2022); y «La calle no es un lugar» (con motivo del Día Internacional de los Infantes de la Calle), Aldeas Infantiles SOS Catalunya (12/04/2022).