El Papa Francisco acaba de firmar en Asís una nueva encíclica social, «sobre la fraternidad y la amistad social», que comienza con la expresión que S. Francisco utilizaba para dirigirse a todos, «Fratelli tutti, hermanos todos» (Admon. 6,1), e invitarles al estilo de amarse entre todos, más allá del marco geográfico y cultural propio. Se inspira en el encuentro que tuvo en 2019 con el Gran Imam Ahmad al-Tayyeb en Abu Dabi, en el que firmaron el Documento sobre la Fraternidad Humana. Es una encíclica social para ayudar a repensar la dimensión universal de la doctrina evangélica sobre el amor fraterno, a reflexionar sobre un nuevo sueño de fraternidad, como humanidad única, a hermanarse, abajarse por el hermano, profundizando mucho en la parábola del Buen Samaritano (Lc 10,25-37).
La encíclica pide más fraternidad y solidaridad humanas, y es una llamada a rechazar las guerras. Se centra en los problemas sociales y económicos contemporáneos y propone un mundo ideal de fraternidad en el que todos los países pueden formar parte de una «familia humana más amplia». Reordenar los temas más presentes en las intervenciones del Papa Francisco: la guerra y la paz, el racismo, la inmigración, las relaciones interreligiosas, la propiedad privada, la fraternidad universal, la libertad, igualdad y fraternidad, la dignidad de las mujeres, la pena capital inadmisible, la política internacional y la guerra.
Es doctrina social de la Iglesia que no niega la propiedad privada ni se opone al beneficio, pero sí a la reducción de las personas a cosas entre las otras cosas. Además, no defiende o justifica los privilegios de unos sobre los derechos de todos, y tampoco se mueve por ideología sino por principios evangélicos. Reconoce la función social de la propiedad privada pero es secundario respecto del principio del destino universal de los bienes creados. Subraya y repropone el pensamiento de S. Juan Pablo II que Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que sustente a todos sus habitantes, sin exclusiones ni privilegios. De ahí que toda propiedad tiene una función social. «El derecho a la propiedad privada sólo puede ser considerado como un derecho natural secundario y derivado del principio del destino universal de los bienes creados, y esto tiene muchas consecuencias en el funcionamiento de la sociedad». Se desprende un sí a la ganancia, pero no a cualquier precio. la ganancia no puede olvidar al hombre, ni puede esclavizarlo, ni reducirlo a algo entre otras cosas, o a una variable de un proceso que no puede controlar.
La Doctrina Social de la Iglesia desde la primera encíclica social, la «Rerum Novarum» (1891) del Papa León XIII, hasta «Fratelli tutti» del Papa Francisco, denuncia el aumento del número de los pobres y propone las tres T de Francisco: «Tierra, Techo y Trabajo». La Iglesia es Maestra de humanidad y pide no dividirse en partidos y facciones o grupos de poder. Los totalitarismos y las ideologías populistas siembran el individualismo exacerbado. Hay que inspirar la amistad social en las relaciones humanas. El Papa está a favor del «milagro de la bondad» que ayuda a discernir entre conflictos e injusticias, y diálogo y resolución de conflictos.
El texto termina con una oración ecuménica: “Ven, Espíritu Santo, muéstranos tu hermosura reflejada en todos los pueblos de la tierra, para descubrir que todos son importantes, que todos son necesarios, que son rostros diferentes de la misma humanidad que amas.”
{«image_intro»:»»,»float_intro»:»»,»image_intro_alt»:»»,»image_intro_caption»:»»,»image_fulltext»:»»,»float_fulltext»:»»,»image_fulltext_alt»:»»,»image_fulltext_caption»:»»}