¡Subamos espiritualmente a Nuria en este domingo, como peregrinos! Se celebra la fiesta de la Virgen de Nuria, Patrona principal de nuestra Diócesis de Urgell. Desde todos los lugares de la Diócesis agradecemos con corazón de hijos y veneramos con amor a nuestra Madre y Patrona, entronicémosla en nuestras familias, para que las proteja y las haga fecundas de buenas obras, y pidámosle que bendiga a toda Cataluña con el don de la paz y de la concordia.
“Mujer, ahí tienes a tu hijo… Ahí tienes a tu madre», le dijo Jesús al discípulo amado, «y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio” (Jn 19,26-27). Tenemos a la Virgen María, la Madre del Señor Jesús, bajo la advocación de Núria, como Patrona desde 1956, y desde 2014 su Santuario ha sido honrado por el Papa Francisco con el título de Basílica Menor. El Evangelio nos urge a amarla, a «considerarla como Madre” y a «recibirla» en nuestra casa, como algo propio, con fe y alegría espiritual. Quien la acoge, no perderá jamás su protección y ayuda. Y en vez de pensar que nosotros la acogemos a Ella, creamos que es Ella la que nos acoge, y nos guarda bajo su manto misericordioso y protector. Gracias a María, a su sí en la Encarnación, Ella concibió a Jesús, por obra del Espíritu Santo, y Él nos pudo redimir y llenar de bendiciones desde dentro de la naturaleza humana: «Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción filial» (Ga 4,4). Y no hay nada más grande que ser hijos de Dios.
Desde el hermoso Santuario situado a 2.000 metros de altitud, María protege a los pastores y rebaños, la vida de los montañeros y de forma especial a las familias que desean ser fecundas en vida de amor y en hijos, y a todos bendice con la fecundidad de las buenas obras. Aquel ermitaño San Gil, venido de Oriente en el siglo VII, y que después se instaló en el país Occitano, Sant Gèli o Saint Gilles-du-Gard, donde reposan sus restos venerados, nos predicó el Evangelio y modeló para nosotros, según la tradición, la imagen de María. Fue escondida y después reencontrada en el siglo XI, con los 3 símbolos de Núria que San Gil forjó: la campana, la olla y la cruz.
La campana es símbolo de la voz de Dios, que eleva nuestros corazones y nos llama a la oración; que convoca el pueblo santo en la asamblea dominical y nos acompaña a lo largo de la vida, rimando nuestras actividades y eventos vitales. La olla es signo de comidas gratuitas de hermandad, donde todo se comparte; nos remite a la Eucaristía, el alimento de Vida eterna; y nos anima a la solidaridad con los pobres y necesitados, con los que se identifica el mismo Cristo. Y la cruz es la señal de la salvación y el amor que nos ha venido por la Cruz redentora de Cristo; une el amor a Dios -vertical- y el amor al próximo -horizontal-, y nos enseña hasta dónde debemos amar, hasta dar la vida por amor.
Lleguémonos a Nuria para rezar a María, nuestra Patrona, para mantener la fe, escuchar la voz de Dios y ser hermanos con todos los que nos rodean. En Nuria la Madre siempre nos espera «rodeada de soledades». Como cantan los Goigs: «Ya que por su gran clemencia nuestros votos quiere escuchar, la Virgen de Nuria vayamos todos a visitar».
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