Solemnidad de la Navidad y Canto de la Sibila

Desde la tarde del día 24 y todo el día 25 de diciembre en la Catedral Basílica de Sta. María de La Seu d’Urgell y en todos los templos parroquiales y otras capillas del Obispado de Urgell se celebró la solemnidad de la Navidad del Señor.

Se conmemora el nacimiento en la carne del Hijo de Dios, hecho hombre en las entrañas de la Santísima Virgen María y custodiado por San José.

El Arzobispo Joan-Enric presidió las Misas vespertinas en el Hoggar de San José, con los residentes y religiosas de los Ancianos Desamparados del Hogar y en la Catedral, donde antes de la celebración eucarística, la Soprano Laura Castellet y cantores de la Escuela de Música de La Seu d’Urgell, interpretaron al inicio de la Misa vespertina el canto de la Sibila, según los cantorales de La Seu d’Urgell. «Lo jorn del judici, parrà qui haurà fet servici«. Éste es el mensaje de la Sibila, profetisa del paganismo, que también anuncia que se cumplen las esperanzas de la Antigüedad y que nace la salvación, y que, todos los mortales deben recordar que serán juzgados por las obras de servicio y amor que habrán llevado a cabo.

En la Misa del mediodía de la Catedral, el Arzobispo de Urgell impartió la bendición apostólica Papal con indulgencia plenaria.

El mensaje del Arzobispo a las diversas homilías se ha centrado en el comentario del Evangelio, sea el de la misa de la Noche (los Sinópticos) como el de la misa del Día de Navidad (prólogo del cuarto Evangelio). Jesús que nace pobre y humilde en Belén nos enseña el camino de la humildad y comparte nuestra naturaleza humana para “divinizar” al hombre y elevarlo hacia su plenitud y sentido último que es la vida para siempre con Dios. Este Jesús que adoramos ahora a Belén niño es el que morirá y resucitará y quien se hace presente misteriosamente pero realmente en la Eucaristía por la acción del ministerio de los sacerdotes.

El Arzobispo animó a vivir el sentido profundo de la Navidad, de la “Buena” Navidad, una bondad que no nace de nosotros ni de las obras y capacidades humanas sino de la benignidad de Dios. Jesús es quien lleva la paz, la salvación, la alegría a un mundo marcado por el dolor, las guerras, las enfermedades y los sufrimientos. Es necesario que nos abramos al Misterio del Hijo de Dios hecho carne y que no seamos “rabadans” que no quieren ir a Belén, sino que, con humildad, como los pastores, vayamos, admiremos el misterio, y nos dejemos convertir por la gracia y la luz divinas.

Este año en la Catedral de Sta. María el Sr. Arzobispo inauguró y bendijo, al final de la misa del gallo, un nuevo pesebre monumental.

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