3. La Eucaristía en la vida de los hombres
Los hombres y mujeres deseamos encontrar una vida plena que nos satisfaga. ¿Cómo la encontraremos? Nos aflige ver el dolor del mundo, sobre todo de los más desfavorecidos. Nos apena igualmente que el deseo de vernos llenos de vida y plenitud lo busquemos tantas veces por caminos tortuosos y oscuros, que nos dejan insatisfechos y con sensación de fracaso. También contemplamos con tristeza cómo los más jóvenes, fascinados por esta sociedad del mero espectáculo, no buscan en Cristo el gozo pleno y las esperanzas cumplidas.
Estamos seguros, sin embargo, de que la vida verdadera que nos da Jesucristo nace justamente de su misterio pascual; esto es, del ofrecimiento del Hijo de Dios al Padre, cuando entrega su vida en sacrificio en la Cruz y, resucitado, ofrece a cada hombre la vida nueva, que el Bautismo inaugura, la Confirmación fortalece y la Eucaristía alimenta. He aquí la vida que se ofrece a todos; es la vida que explica y da sentido a la existencia; la que han vivido tantos discípulos de Cristo a lo largo de la historia; la que ha llevado a la vivencia del amor nupcial a los esposos cristianos; la que ha suscitado en las diversas formas de seguimiento de Cristo el testimonio de la adoración eucarística que nutre la fidelidad de los consagrados en torno a esta presencia del Señor; la que lleva a la misión cristiana y a la vivencia de la caridad y la justicia.
La Eucaristía es, además, la cumbre de la Iniciación Cristiana: se nos da la vida de resucitados como un don, se fortalece por el Espíritu Santo, y se celebra precisamente en la misma Eucaristía. Los Obispos españoles, con este X Congreso Eucarístico, invitamos a todos los bautizados a acercarse a la Eucaristía, fuente de la verdadera vida, en la que se hace realidad el anhelo del salmista: «Me acercaré al altar de Dios, la alegría de mi juventud» (Salmo 43, 4).