Ordenación diaconal de Mn. Edinson-José Salas y Mn. Gilbert Bea

El Arzobispo de Urgell y Copríncipe de Andorra, Mons. Joan-Enric Vives, ordenó diáconos de la Diócesis de Urgell a los seminaristas Edinson-José Salas Guerra y Gilbert Bea Bisa, el sábado 22 de junio, en la iglesia del Seminario Diocesano de La Seu d’Urgell.

Fue un día que llenó de júbilo a toda la Diócesis y el presbiterio diocesano. Concelebraron con Mons. Vives, el Rector del Seminario Mayor Interdiocesano, Mn. Pere Oliva; el Rector del Seminario de Urgell y Vicerrector del Seminario Mayor Interdiocesano, Mn. Gabriel Casanovas; los Vicarios Generales y Episcopal de Urgell, y un buen grupo de presbíteros y diáconos del presbiterio diocesano. Asistieron una buena cantidad de fieles, entre ellos, miembros de la vida consagrada y familiares y amigos de los dos ordenandos y sus compañeros en el Seminario Mayor de Urgell y en el Seminario Mayor Interdiocesano. También los miembros del Consejo Pastoral diocesano que esa mañana habían tenido reunión ordinaria.

En su homilía, el Arzobispo, dirigiéndose a los nuevos diáconos que ordenaba, les recordó la profunda significación de su misión con las palabras del Evangelio de Mateo: “Quien quiera ser importante, que sea haga servidor, y quien quiera ser el primero, que se haga el esclavo de todos, como el Hijo del hombre, que no ha venido a ser servido, sino a servir a los demás”. Los diáconos están llamados a una vida de servicio desinteresado siguiendo el ejemplo de Cristo.

Glosando las lecturas de la Palabra de Dios proclamadas les animó a «servir y hacer guardia en la mesa del Encuentro sagrado» en nombre de toda la comunidad del pueblo (Lectura del Libro de los Números). A partir de su ordenación diaconal se convertían en clérigos, diáconos, al servicio del Pueblo de Dios que les ha sido encomendado. San Pablo, en la segunda Carta de Corinto (2 Cor. 4-7) recordaba que «llevamos el tesoro del ministerio como en jarras de barro», para que quede bien claro que el ministerio viene de Dios y no de nosotros. Mons. Vives remarcó que, pese a la fragilidad humana, llevarían el tesoro en su interior de la gracia de Dios, subrayando así la importancia de la humildad en su ministerio. Glosando el Evangelio proclamado (Mt. 20, 25-28) Mons. Vives les exhortó a ser servidores ya que el servicio humilde libera y les animó a vivir de los signos que recibían ese día: el Evangelio (que les sería entregado), la oración y la aceptación del don del celibato. Como el Señor Jesús, que «no ha venido a ser servido sino a servir a los demás». Aquel día los dos nuevos diáconos eran llenados del Espíritu Santo tal y como lo recuerda la oración de ordenación: «Haz bajar al Espíritu Santo que les fortalezca con el don de la gracia septiforme… para que puedan cumplir fielmente su ministerio, el servicio».

Finalmente, el Arzobispo animó a los nuevos diáconos a tener 5 grandes confianzas: confianza en el Espíritu Santo que les enseñará a confiar en Jesucristo y no en las propias fuerzas y les hace libres para el celibato; confianza en la Iglesia, la esposa de Cristo, que debe amarse en concreto y no en abstracto, amor al obispo, al presbiterio, a la iglesia diocesana de Urgell; confianza en los laicos, tal y como son con su idiosincracia y dones propios, acompañándolos, y no riñéndolos; confianza en los pobres, los cuales «son sus dueños» tal y como decía San Vicente de Paúl; confianza en la gracia de Dios que es más fuerte que nuestras fuerzas y que les permitiría ser libres para el celibato y les haría sentir pequeños, humildes, como mostraba su significativa postración ante el altar invocando a todos los santos.

Después de la homilía tuvieron lugar los ritos de ordenación con la promesa ante el Arzobispo Joan-Enric y de todos los fieles, de su firme y libre voluntad de predicar la Palabra de Dios y de cumplir su ministerio de servicio según el querer de Cristo y de la Iglesia, con plena obediencia al Obispo y sus sucesores y la promesa del celibato. A continuación todo el Pueblo de Dios invocó a la Virgen María y a todos los santos implorando su ayuda por los nuevos ministros de la Iglesia.

A continuación los candidatos se arrodillaron y llegó el punto culminante de la ordenación diaconal: el Arzobispo Joan-Enric impuso en silencio las manos sobre la cabeza de los candidatos e invocó al Espíritu Santo con la oración consecratoria de ordenación.

Una vez ordenados, los diáconos se revistieron con la estola y la dalmática, ornamentos que significan su ministerio de servidores de los pobres y de todo el pueblo. También recibieron el Libro de los Evangelios que tendrán que proclamar en las celebraciones litúrgicas. El beso de paz del Arzobispo y de sus hermanos en el orden diaconal concluyó el rito de ordenación.

Al terminar la Eucaristía, Mn. Edinson-José y Mn. Gilbert se dirigieron a los fieles en una hermosa acción de gracias con un pequeño parlamento emocionado y muy sentido, recordando a todas aquellas personas que les han ayudado en este camino vocacional y sus familias.

Mn. Edinson-José Salas Guerra, natural de Montería (Córdoba, Colombia), nació el 14 de marzo de 1982. Recuperad aquí su discurso final de la ordenación diaconal.

Mn. Gilberto Bea Bisa, natural de San Roque (Malilipot-Albay, Filipinas), nació el 21 de noviembre de 1985. Recuperad aquí su discurso final de la ordenación diaconal.

La gozosa celebración acabó con la bendición final sobre los dos nuevos diáconos y todo el pueblo de Dios, y el anuncio por parte del Arzobispo de que colaborarían pastoralmente a partir de ahora con dos presbíteros: Mn. Edinson-José, con Mn. Alfons Velásquez, en las Parroquias de Tremp e Isona y Conca Dellà; y Mn. Gilbert, con Mn. Gabriel Casanovas, en las Parroquias de Bellver de Cerdanya, Batllia Baridà y Cerdanya

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