Octubre es el mes tradicionalmente dedicado al impulso misionero por parte de la Iglesia Católica, y se quiere despertar en todos los fieles el espíritu misionero para la misión universal. Deberíamos tomar conciencia de la responsabilidad común que todos los bautizados tenemos ante la evangelización del mundo entero. Por eso es bueno que se informe sobre las misiones en el mundo entero, sus necesidades, y la importancia y urgencia de participar activamente, según las propias posibilidades.
La pandemia está dejando en los países pobres y en las jóvenes comunidades cristianas en tierras de misión profundas heridas que están siendo, sin embargo, cicatrizadas gracias al esfuerzo de los misioneros y de muchas otras instituciones y grupos de personas de buena voluntad, que fomentan los lazos de colaboración, ayuda mutua y redes comunitarias, que construyen la fraternidad humana integral. Los misioneros, con los equipos de voluntarios, en muchas parroquias, escuelas, dispensarios, promociones agrícolas y de salud, están haciendo cada día que se derriben los muros separadores gracias a la dimensión universal de la caridad, que no discrimina a nadie. «El amor sólo sabe de compasión y de dignidad», dice el Santo Padre Francisco en el n. 62 de su encíclica Fratelli tutti.
El gran teólogo suizo Hans Urs von Balthasar (1905-1988) afirmaba que «sólo el amor es digno de fe». La misión hacia los que todavía no conocen a Jesús y la «salida» generosa hacia territorios y «periferias» desconocidas, para anunciar el Evangelio, no se entiende ni es convincente, sin amar a semejanza de Jesús. El amor concreto por cada persona es el centro de la misión evangelizadora de la Iglesia. Sólo el amor atrae, sólo el amor vence y convence. Palabras y obras del anuncio de la fe cristiana deben surgir del amor, tal como afirma san Juan: «Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él» (1Jn 4,16).
El trabajo misionero amplio se propone cinco grandes objetivos: 1. Dar a conocer la actividad misionera de la Iglesia; 2. Hacer comprender a todos los fieles la importancia de las misiones en el mundo actual; 3. Estimular el fervor misionero de todos los fieles y promover las vocaciones misioneras; 4. Promover la Cooperación misionera espiritual por medio de la oración y el ofrecimiento de sacrificios por las misiones y los misioneros en el mundo entero; y 5. Promover la Cooperación misionera material, solicitando la ayuda económica a favor de las Misiones.
En este tiempo de pandemia, debemos continuar sosteniendo a los misioneros y sus actividades pastorales en todo el mundo. Estos objetivos los mantiene activos la Delegación Diocesana de Misiones de Urgell con un trabajo constante que es digno de agradecer. Los sacerdotes, religiosos y laicos que sirven sobre todo a los más pobres en diferentes lugares del mundo, necesitan medios para dar a conocer a Jesús, no sólo con la palabra, sino con el compromiso concreto hacia la promoción humana que siempre acompaña la misión. Gracias por cooperar con la acción misionera de la Iglesia, desde las parroquias y escuelas, como desde otras instituciones o de forma personal. ¡Dios os bendiga y os dé su paz!
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