“No apartes tu rostro del pobre” (Tb 4,7)

«Cuando estamos ante un pobre no podemos volver la mirada hacia otro lado, porque esto nos impedirá encontrarnos con el rostro del Señor Jesús», dice el Papa Francisco en su Mensaje para la VII Jornada Mundial de los Pobres, que cae en este domingo. Con el lema “No apartes tu rostro del pobre” (Tb 4,7), nos exhorta a interpretar la realidad a partir del Libro de Tobit, texto poco conocido del Antiguo Testamento, que todavía hoy nos habla a nosotros, y nos invita a realizar buenas obras y a vivir con justicia.

Crece la pobreza en nuestro mundo, sobre todo niños y ancianos, y el grito de quienes piden ayuda, apoyo y solidaridad se hace cada vez más fuerte, dice el mensaje, invitando a prestar atención a los pobres, sin dar importancia al color de la piel, la condición social o el origen. “Estamos llamados a encontrar a cada pobre y a cada tipo de pobreza, sin indiferencia. En un contexto en el que la realidad virtual se apodera de la vida real y los dos mundos se confunden cada vez más, los pobres se convierten en imágenes que pueden conmover unos momentos, pero que después quedan en la marginación”. El Papa nos pide agradecer la labor de todas las personas que practican la acogida y se comprometen con los marginados, los que se hacen pobres y con los pobres. Quienes no se limitan sólo a dar algo sino que escuchan, dialogan, intentan comprender la situación y sus causas, para dar consejos adecuados y referencias justas. Siempre atentos a las necesidades materiales y espirituales, a la promoción integral de la persona.

Es necesario un compromiso político y administrativo, para garantizar a las personas el derecho a la existencia, a la integridad corporal, a los medios necesarios para un nivel de vida digno: alimento, vestido, vivienda, descanso, asistencia médica y los servicios indispensables que debe prestar el Estado a todos los ciudadanos. Y añade el derecho a la seguridad personal en caso de enfermedad, invalidez, viudedad, vejez, paro y, finalmente, cualquier otra eventualidad que le prive, sin su culpa, de los medios necesarios para su apoyo, recordando las palabras de S. Juan XXIII en la encíclica Pacem in Terris.

Debemos prestar mucha atención a las nuevas formas de pobreza, como la que generan las guerras, con inquietud por los niños que viven en zonas de conflicto sin un presente sereno y un futuro digno. «Nadie podrá acostumbrarse nunca a esta situación», sentencia el Papa, sin olvidar tampoco «las especulaciones que, en varios sectores, llevan a un dramático aumento de los costes que vuelven a muchísimas familias aún más indigentes».

No podemos caer en la retórica, cuando se habla de los pobres, ni quedarnos en las estadísticas y los números. “Los pobres son personas, tienen rostros, historias, corazones y almas. Son hermanos y hermanas con sus cualidades y defectos, como todos, y es importante entrar en una relación personal con cada uno”, reclama el Papa. «Lo que necesitan con más urgencia es nuestra humanidad, nuestro corazón abierto al amor». Y recordando a Sta. Teresa del Niño Jesús afirma que «la caridad no debe quedar encerrada en el fondo del corazón». En esa casa que es el mundo, todos tienen derecho a ser iluminados por la caridad.

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