Los santos nos guían y acompañan en el camino de la fe

Hoy en toda la Diócesis celebramos la solemnidad de San Ermengol, patrón secundario de Urgell. Si atendemos a los dos prefacios de los santos que pueden proclamarse en la liturgia de la misa, comprenderemos el papel de los santos como ejemplos de vida cristiana y como intercesores para el Pueblo de Dios. El primero remarca la glorificación de Dios a través de los santos, y agradece a Dios la forma en que ha manifestado su gloria en la vida de los santos, ya que son testigos de su obra de salvación en la historia. Son modelos e intercesores por su testimonio de fe y caridad, y porque interceden por nosotros ante Dios. El segundo prefacio pone más énfasis en la intercesión y protección de los santos sobre la Iglesia. Se remarca la comunión con ellos que forman parte de la Iglesia celestial, y recuerda la unidad que existe entre los miembros de la Iglesia en la tierra y los santos, que ya gozan de la presencia de Dios en el cielo. Son protectores e intercesores, porque vivieron de forma ejemplar, y ahora, desde su comunión con Dios, ayudan y protegen a la Iglesia con su oración e intercesión.

La veneración y celebración de los santos tiene raíces profundas en la tradición cristiana, puesto que los santos son personas que han vivido una vida de virtud ejemplar y que, después de su muerte, están en Dios. Evidentemente son muchos más que los ya canonizados. Son intercesores porque pueden mediar entre Dios y nosotros, y debemos pedirles ayuda, protección y guía. El calendario propone normalmente la celebración de los santos coincidiendo con la fecha de su muerte, que se considera su «dies natalis» o día del nacimiento celestial, el momento en que pasaron a la presencia gloriosa de Dios. Aquel día recordamos su vida y enseñanzas, y si podemos sus escritos o lecciones ejemplares.

La figura de San Ermengol, nuestro patrón, es especialmente querida y venerada por su relevancia histórica y espiritual en el Pirineo catalán. Nacido en Aiguatèbia del Conflent, fue obispo de Urgell en el siglo XI (1010-1035), edificó la tercera Catedral y creó el Capítulo de Canónigos, en un momento clave para la consolidación de la Iglesia y la sociedad cristiana medieval. Destacó por su trabajo pastoral y social, contribuyendo a la construcción de puentes, caminos e iglesias, que facilitaron la vida de sus habitantes e impulsaron el crecimiento del territorio. Estos esfuerzos no sólo tuvieron un impacto religioso, sino también económico y social, puesto que mejoraban las condiciones de vida de la población. Por eso, su figura es considerada un ejemplo de servicio y dedicación al bien común, y su culto está profundamente arraigado en las tradiciones y fiestas locales. El 3 de noviembre de 1035, por un accidente mientras construía el Puente de Bar sobre el Segre, entregó su vida a Dios. Enseguida fue venerado y los ciudadanos de La Seu d’Urgell le recordamos representando el “Retablo de S. Ermengol” en el Claustro románico de la Catedral. Reconocemos su influencia benefactora en la historia y la identidad de nuestra Diócesis de Urgell. Por todo ello, amar a S. Ermengol significa no sólo recordar a un obispo que contribuyó al progreso espiritual y material de su pueblo, sino también a reconocer su legado en la historia y la cultura catalana.

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Feliz y Santa Navidad
d’Amic e Amat
Feliz y Santa Navidad
És el Cadí la serralada enorme
ciclòpic mur en forma de muntanya
que serva el terraplè de la Cerdanya
per on lo Segre va enfondint son llit.
Resclosa fóra un temps d'estany amplíssim,
a on, en llur fogosa jovenesa,
aqueixos cims miraven la bellesa
de
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