La participación de los cristianos en la política (y 2)

Continúo la reflexión del domingo día 5 sobre 10 claves del Papa Francisco para entender la política y participar, por si nos ayuda en este tiempo de procesos electorales. Para el Papa, el cristiano debe estar más preocupado por abrir procesos esperanzadores, sanadores, que por ocupar espacios de poder. La mala política alimenta el cansancio cuando ensancha la corrupción, la avaricia y la injusticia social. Un mal que se nutre del miedo a la diversidad, el desgaste físico y moral, la desazón y la impotencia y, en definitiva, la exclusión de los más vulnerables, despreciados en la toma de las decisiones. En cambio, hay que trabajar por una primavera de la política y salir de la insatisfacción. Continuando con las 5 últimas claves para entender la política según el Papa:

5ª. Los católicos no debemos querer ser insignificantes. En las sociedades secularizadas, cada vez más el voto católico se muestra fragmentado y pierde influencia. «El problema no es ser pocos, sino ser insignificantes, convertirse en una sal que ya no tiene sabor de Evangelio, o en una luz que ya no ilumina».

6ª. No ser reclutas de los partidos políticos. Se trata de entablar un diálogo al interior de los grupos y partidos, por fidelidad a la propia fe, es decir, movidos por el amor. «Ser católico en la política no significa ser un recluta de algún grupo, una organización o partido, sino vivir dentro de una amistad, dentro de una comunidad» (Audiencia 3.4.19).

7ª. No a los partidos políticos católicos. No son el camino actualmente.

8ª. Y sí a los católicos en política. Ya que es necesaria la presencia de católicos en política. Con todo, esto no implica un ‘maquillaje’ con caras nuevas en las campañas electorales, sino métodos originales para hacer política con un estilo crítico y constructivo (Audiencia 3.4.19). Una política que se convierta en práctica del diálogo en nombre de la fraternidad humana que abarca todos los hombres y mujeres, los une y los hace iguales, lejos de la injusticia de una economía que mata, del sistema de ganancia insaciable y de las ideologías que siembran odio, violencia y división.

9ª. Mujeres y minorías en la política. El Francisco quiere más mujeres en la política y más jóvenes comprometidos que vivan implicados en la cosa pública, y que se abran espacios para los pobres y las minorías (indígenas, emigrantes, gente de la calle, etc.). En un panorama de democracias frágiles, el Santo Padre quiere alternativas y, en este sentido, apoya a los movimientos populares que expresan la vitalidad, la historia y las luchas más auténticas de las comunidades excluidas y marginadas.

10ª. Pecadores sí, pero corruptos no. La corrupción, como en cualquier sistema mafioso, se alimenta del silencio de los inocentes y, posiblemente, eso es lo que causa mayor injusticia. La corrupción que busca dejar el pueblo lejos de las decisiones, no se combate con el silencio: «Hay que denunciar sus males, comprenderla, para poder mostrar la voluntad de hacer valer la misericordia sobre la mezquindad, la belleza sobre la nada». Y luchar por estar al lado de la gente. El mal no vencerá, si los honestos denuncian sus horrores.

Finalmente, no dejar que otros decidan por nosotros, sino implicarse con la esperanza y el entusiasmo necesarios para que haya plenitud a nivel social. De ahí la visión inclusiva y sencilla del Francisco: trabajo, techo y tierra, como derechos sagrados a los que toda forma de política debería aspirar. S. Pablo nos dice: «no te dejes vencer por el mal; antes bien vence al mal con el bien» (Rom 12,21).

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