Las XLIII Jornadas Nacionales de Patrimonio Cultural de la Iglesia se celebraron, del lunes 30 de junio al jueves 3 de julio, en Lugo. Organizadas por la Subcomisión Episcopal para el Patrimonio Cultural de la Conferencia Episcopal Española (CEE), el lema de este año fue: “Paisaje cultural: patrimonio, cultura y fe”. Por parte del Obispado de Urgell participaron Mn. Josep M. Mauri, Vicario General y Delegado de la delegación de patrimonio, y la Sra. Àngels Jordana, técnica de patrimonio.
La inauguración corrió a cargo de Mons. Alfonso Carrasco, obispo de Lugo y presidente de la Comisión Episcopal para la Educación y Cultura, a la que pertenece la Subcomisión Episcopal para el Patrimonio Cultural; Mons. Francisco José Prieto, arzobispo de Santiago de Compostela y presidente de dicha Subcomisión; y el Sr. Pablo Delclaux, director de la Subcomisión Episcopal para el Patrimonio Cultural.
La idea de fondo de las jornadas fue cómo el patrimonio configura la sociedad y los valores; se abordó la candidatura de la Ribeira Sacra a la UNESCO y, por último, la relevancia de las peregrinaciones a Santiago de Compostela, que han sido multitudinarias y han crecido exponencialmente.
El arzobispo de Santiago, en su intervención, se refirió al paisaje y a la arquitectura como dos aspectos complementarios. El paisaje se convertía en una especie de sacramento, y los monumentos cristianos le daban alma. Hemos recibido un patrimonio de nuestros antepasados y debemos cultivarlo y protegerlo para poder ofrecerlo a las generaciones futuras.
El consejero de Cultura, Sr. José López Campos, habló sobre la colaboración entre la administración pública y la Iglesia, y afirmó que la Iglesia católica es una de las mayores propietarias del patrimonio cultural de España. También manifestó el compromiso de la Xunta de Galicia con el patrimonio cultural y el interés compartido por la administración pública y la Iglesia católica en la defensa y salvaguarda del patrimonio. Finalmente, destacó que el gobierno gallego tenía un plan propio para la conservación y restauración de las catedrales, así como su implicación en la Ribeira Sacra.
El Dr. Manuel Antonio Castiñeiras González orientó su ponencia “Definición del paisaje cultural: Arte, Fe e Identidad” hacia una visión complementaria del arte, el agua y el entorno de la Ribeira Sacra como un paisaje cultural único. En este lugar había una fuerte tradición eremítica. La montaña, el agua y el arte constituían un buen entorno para la contemplación, en un ambiente donde la arquitectura y la naturaleza se complementaban. También presentó la ordenación del espacio como una cristianización del lugar.
El profesor Juan M. Monterroso Montero, en su ponencia “Cambios en el concepto de Patrimonio Cultural asociado a los bienes de la Iglesia”, presentó el territorio como un espacio y un tiempo donde acababa consolidándose un paisaje de arte y naturaleza que implicaba la elección de unos valores.
El Sr. Ildefonso de la Campa Montenegro, director de la empresa gestora del Camino de Santiago, manifestó que el Camino de Santiago era una red que marcaba el pasado y el presente; una ruta de humanización, experiencia de belleza, verdad y armonía, en definitiva, un camino que se hace desde la fe. El ser humano que camina está siempre en ruta, y por eso debe vivir siempre el diálogo del éxodo. Hay camino porque hay meta.
La Dra. Marta Burguet Arfelis presentó el Camino de San Ignacio, que va desde el País Vasco hasta Montserrat y Manresa. Expuso el camino como conciencia ecológica desde el paradigma relacional. El camino como experiencia espiritual, de hacer camino y dejarse transformar por él. También relacionó las cuatro etapas del Camino Ignaciano, desde el País Vasco hasta Montserrat, con las cuatro semanas de Ejercicios Espirituales.
Durante estas jornadas también se visitaron lugares significativos de Lugo y del Camino de Santiago para conocer la riqueza del patrimonio religioso de la zona, como la villa de Portomarín y la Vía Sacra; donde se visitaron la iglesia románica de Xantada, la iglesia de San Salvador de Asma y, en Monforte de Lemos, la iglesia de Nuestra Señora de la Antigua, la iglesia de San Vicente del Pino y el Parador, donde durante muchos años hubo una comunidad benedictina.
Estas jornadas estuvieron marcadas por una magnífica convivencia que permitió conocer experiencias de otras diócesis.