Hoy acudimos a los dichos populares para poner título a esta columna, que quiere recordarles que este fin de semana celebramos la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, coincidiendo con el Jubileo en Roma de los migrantes y del mundo misionero. El Papa nos ha dirigido, por este motivo, un mensaje con el título de «Migrantes, misioneros de esperanza».
Su lectura comienza con una descripción de la situación que vive el mundo y no es nada positiva: guerras, violencia, escalada armamentística, crisis climática, éxodo de refugiados… si el mensaje se quedara aquí, parecería que esto ya está «dado y bendecido» y solo nos quedaría esperar la llegada de los cuatro jinetes del Apocalipsis.
Pero la misión de la Iglesia es anunciar un mensaje de futuro esperanzador, que debemos construir con la ayuda y el compromiso de todos. De hecho, el imparable crecimiento de la movilidad humana que vivimos está bien determinado por la búsqueda de una esperanza que se quiere colmada de felicidad. Una movilidad que habla de migrantes y refugiados, que son cientos de miles en todo el mundo, que se desplazan movidos por la esperanza de una vida más digna y, por tanto, más humana.
Nos recuerda León XIV que estos hombres y mujeres, estas familias, con su peregrinaje por el mundo y atravesando las fronteras que se han construido, nos ayudan a verlos como misioneros de esperanza, aunque pueda parecernos un contrasentido frente a lo que les toca vivir y sufrir. Como nos pide el Evangelio, hay que saber acogerlos y practicar la acogida hacia ellos porque son nuestros hermanos, y muchos de ellos también comparten nuestra fe católica.
Desde el Full Dominical queremos dar una Buena Noticia, en el año del Jubileo: la Iglesia, experta en humanidad, quiere lanzar un clamor, una llamada, que sea portada en los medios de comunicación, en las redes, en nuestros tablones parroquiales, en las homilías… la esperanza no la hemos perdido, nadie nos la quitará jamás y la queremos dar, compartir y disfrutar. Como termina el mensaje pontificio, necesitamos «construir un mundo que se asemeje cada vez más al Reino de Dios». La Iglesia sabe cómo construir verdaderas comunidades de acogida y fraternidad para todos aquellos que vienen de fuera, y de lejos, y llaman a nuestras vidas. Para ayudarlos a terminar su éxodo y encontrar la tierra prometida, como nos dicen los relatos bíblicos. Una tierra que queremos que destile justicia, dignidad y verdadera paz.
Mn. Jaume Mayoral
Delegado de Cáritas
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