«La Iglesia de Urgell quiere hacer camino con las Iglesias del mundo. Un camino que no sabemos dónde nos llevará; pero sabemos que el Señor está con nosotros. El Señor, el Buen Pastor, camina delante nuestro y nos guía». De esta manera comenzó el Arzobispo Joan-Enric la Eucaristía celebrada en la Catedral de Santa María de Urgell el domingo 17 de octubre a las cinco de la tarde, con la que comenzaba en Urgell (a la misma hora que en el resto de Diócesis del mundo) la fase diocesana del Sínodo 2021-2023, convocado por el Santo Padre con el lema «por una Iglesia sinodal: comunión, participación, misión».
La celebración eucarísitica abrió con la entrada de los concelebrantes en procesión desde el Claustro de la Catedral mientras el canto de las letanías de los santos se elevaba por encima de los muchos fieles que pudieron asistir, en el primer fin de semana sin las restricciones de aforo vigentes los últimos meses debido a la pandemia. Tanto entre los fieles como entre los concelebrantes había representación de los diferentes arciprestazgos de Urgell, subrayando así aún más el compromiso de sinodalidad, de caminar juntos, de toda la Iglesia diocesana.
El Arzobispo también quiso subrayar este compromiso en la homilía, que comenzó recordando una estrofa de la canción con la que lo recibieron el día antes los jóvenes que debían recibir la Confirmación en la Parroquia de Sort: «La Iglesia es una gran familia / donde todos los cristianos nos damos las manos; / Como una madre que enseña a sus hijos, / la Iglesia enseña la fe / y también el camino para amar a Dios y los demás, como a uno mismo». Y glosando la Palabra proclamada (Mc 10,35-45) explicó que «hoy la Iglesia nos anima a seguir a Jesús, caminando, como los discípulos de Emaús, de la desesperanza a la alegría, del cierre en nosotros mismos a la apertura al Espíritu y a los hermanos».
Es decisivo reflexionar sobre la importancia de que toda la Iglesia camine unida (la palabra «sínodo» significa precisamente «caminar juntos», laicos, pastores y Obispo de Roma) desde las claves de la comunión, la participación y la misión, explicó Mons. Vives. Y avanzó que en esta fase diocesana «se plantearán una serie de grandes cuestiones, y lo más importante será escucharnos, acogernos y hacer propuestas que tiendan a la construcción de una comunidad unida y misionera, que dé testimonio gozoso de su fe».
Advirtió asimismo que el camino que tenemos por delante no será un camino llano, «porque el paso del tiempo ha hecho aparecer formas de clericalismo o autoritarismo, de irrelevancia de los laicos, de los niños, de los vulnerables… y tenemos que volver a ponerlos en el centro. El objetivo de la fase diocesana que ahora comienza es la consulta a todo el Pueblo de Dios, sin excluir a nadie, ya que tenemos el convencimiento de que la totalidad de los fieles no puede equivocarse en creer (sensus fidei es infalible in credendi).
El Arzobispo recordó que también el Papa advirtió la semana pasada, en la Eucaristía de apertura del Sínodo en Roma, de algunas dificultades que pueden surgir en el camino, como el «formalismo elitista (que todo se quede en pura fachada), el intelectualismo prisionero de la abstracción (que todo sea meramente un ejercicio académico), y la tentación del inmovilismo».
Contra estas eventualidades el Papa Francisco aconsejaba practicar tres acciones: «encontrar», «escuchar» y «discernir» para caminar juntos. Encontrar; encontrarnos, tener disponibilidad para encontrarse con el otro y dejarse interpelar por sus inquietudes. Escuchar; escuchar con el corazón y no sólo con los oídos, porque cuando escuchamos con el corazón el otro no se siente juzgado, sino acogido. Y Discernir, para no dejar las cosas tal como están. El Sínodo debe ser un proceso de conversión guiado por el Espíritu Santo. «Debemos pedir al Espíritu que nos libere de convertirnos en una Iglesia de museo, bonita pero muda, con mucho pasado y poco futuro», decía el Papa en su homilía.
Al final de la celebración eucarística, los fieles pudieron pasar en procesión por delante de la capilla donde está la antigua pila bautismal de la Catedral y santiguarse en la frente con agua bendita, en señal de afirmación de los dones recibidos por el bautismo. Y a continuación, quienes lo quisieron pudieron saludar y conversar un rato con el Arzobispo Joan-Enric en el Claustro de la Catedral.
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