La Fiesta del Santo Cristo de Balaguer se celebró el 9 de noviembre en su Santuario-Basílica, con una gran asistencia de fieles, que llenaron el Santuario. El Arzobispo de Urgell, Mons. Joan-Enric Vives presidió la celebración eucarística principal que fue concelebrada por el Cura Custodio del Santuario, Mn. Joan Pujol; por el Rector de Balaguer y Arcipreste de Noguera, Mn. Jordi Profitós y por los sacerdotes del Arciprestazgo y otros devotos del Santo Cristo. A la Eucaristía asistió toda la Corporación Municipal encabezada por el Paer jefe, Ilmo. Sr. Jordi Ignasi Vidal y el Presidente del Consejo Comarcal de Noguera, Sr. Miguel Plensa. La celebración fue solemnizada por el Orfeó Balaguerí. Colaboraron con sus cantos y ayuda las Hermanas Clarisas del Santuario del Santo Cristo de Balaguer.
En su homilía Mons. Vives glosó las lecturas proclamadas de la Fiesta de la exaltación de la Santa Cruz y animó a los fieles a ponerse bajo la protección de Cristo. La sagrada imagen venerada en Balaguer del Santo Cristo, que este año ha recuperado las numerosas ofrendas florales por parte de las diversas entidades de la ciudad, son un signo de que Jesús vence la muerte y el miedo y que Él es el Señor de la vida y de la muerte. El Arzobispo animó a renovar la fe en Jesús, que es el Señor de la historia y que Él puede curarnos de nuestras dificultades. Y quiso tener especialmente presente a los pies del Santo Cristo a las personas que sufren: los enfermos, quienes viven las consecuencias de la guerra en Ucrania y en tantos lugares del mundo, quienes se sienten solos o desamparados.
Del corazón traspasado de Cristo nace la misericordia, el consuelo y la paz que nuestro mundo y todos nosotros tanto necesitamos. Jesús es nuestro estandarte, nuestra bandera, que nos guía y nos abre camino para que nosotros siguiéndolo podamos encontrar paz, serenidad, confianza y fe en medio de la oscuridad o tormentas de la vida.
Por último, glosó la devoción al Santo Cristo en palabras de Mn. Cinto Verdaguer, que se recuerdan en los gozos: “hemos venido, un año más al Santuario, a los pies de Cristo, a llevarle nuestros anhelos y necesidades, y también a encomendarle nuestros difuntos, niños y jóvenes y los mayores.”
Al finalizar la celebración eucarística, Mons. Vives y las autoridades, junto con el pueblo fiel, hicieron la tradicional bajada, hasta la Plaza Mercadal y el Ayuntamiento de la ciudad, para concluir la fiesta de celebración con los bailes de los Gigantes, el tradicional Ball de l’Arpia, y las sardanas.