Fiesta de la Virgen de los Ángeles y nuevo Rector en Oliana

El día 2 de agosto tuvo lugar la solemne fiesta de la Virgen de los Ángeles en Oliana, este año presidida por el Arzobispo de Urgell, Mons. Joan-Enric Vives. Concelebraron con el Arzobispo el nuevo Rector de Oliana que en ese día tomaba posesión canónica de la Parroquia, Mn. Jordi Vásquez Avendaño, que continuará siendo Rector de Organyà y pueblos vecinos; el Archivero diocesano hijo de Oliana, Mn. Benigne Marquès; Mn. Bonifaci Fortuny, antiguo Rector de Oliana, y Mn. David Codina, Secretario general.

Como es tradicional año tras año, una gran cantidad de devotos y devotas se congregaron en la Capilla dedicada a honrar la Virgen de los Ángeles y desde allí se inició una bella procesión que llevó la imagen desde la Capilla donde se venera habitualmente hasta la iglesia parroquial de St. Andreu de Oliana. La imagen fue trasladada acompañada por el pueblo fiel, la clerecía y las M.I. Autoridades encabezas por la Alcaldesa de Oliana, Ilma. Sra. Carme Lostao y el Presidente del Consejo Comarcal del Alt Urgell, Ilmo. Sr. Miquel Sala, recorriendo las principales calles de la Villa, que se adorna para rendir homenaje a la Madre del cielo y Señora de los ángeles, esta advocación tan querida y arraigada en el pueblo.

En su homilía, el Arzobispo Joan-Enric glosó las lecturas proclamadas en ese día. María enseñando a orar los apóstoles en Jerusalén, la carta a los Efesios recordándonos que Dios «nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales». Ya que desde nuestro bautismo somos hechos hijos de Dios y herederos del cielo. Y debemos ser también fuente de bendición para los demás.

María, la Virgen, es la criatura bendita sobre toda otra criatura en el cielo y en la tierra, la Reina de los ángeles, a quien tenemos que pedir que nos enseñe a orar como lo quiere su Hijo. El Arzobispo destacó como los ángeles son aquellos «mensajeros, enviados de Dios y custodios de los hombres» que llevan buenas noticias de parte de Dios. El Arzobispo exhortó que la Villa de Oliana y los pueblos vecinos supieran confiar siempre en la Virgen de los Ángeles y ponernos bajo su manto y protección para que ayudara y bendijera las familias, los ancianos, los jóvenes, los matrimonios y todos quienes pudieran pasar alguna necesidad corporal o espiritual. Pidió que Oliana fuera siempre un pueblo abierto a los demás, especialmente a los más vulnerables, y sobre todo abierto a Dios y subrayó como todos los fieles podían desgranar gracias y bendiciones que habían recibido de la amada Señora de los Ángeles a la que habían acudido en las diversas necesidades y oraciones. Glosó el Evangelio proclamado en ese día sobre la visitación de María a Isabel (Lc 1,39-56) y destacó cómo María es la que «fue decididamente a la montaña» porque es la Madre de la caridad, que no duda ni calcula a la hora de hacer el bien, y es toda generosa y valiente en la acción y en el servicio. Mons. Vives animó a los fieles a saber reproducir esta actitud decidida en el servicio de la Virgen. Finalmente, glosó la historia de cómo Santa María de los Ángeles en la Porciúncula de Asís tiene entre sus paredes la venerable iglesia de la Porciúncula, lugar de la vida evangélica y fraterna de San Francisco de Asís. El templo dedicado a la Reina de los Ángeles, la «Dama pobre» de la Porciúncula, que guió maternalmente a san Francisco y los hermanos de la comunidad de frailes menores naciente. Finalmente, encomendó a María el ministerio del nuevo Rector de Oliana y pueblos vecinos (Peramola y Tragó), Mn. Jordi Vásquez, que ese día tomaba posesión canónica de la Parroquia de manos del Arzobispo.

Durante la celebración eucarística el pueblo pasó a venerar con profunda devoción la sagrada imagen de la Virgen de los Ángeles, mientras la coral de Oliana que solemniza brillantemente la Eucaristía con sus cantos, entonaba el Ave de Mn. Ribera en loor de la Virgen.

Terminada la Eucaristía y cantando los Gozos, la imagen fue devuelta en procesión solemne por la calle Mayor hasta su Capilla, a su emplazamiento de todo el año, donde el pueblo la venera y ama.

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