El 15 de agosto celebramos con mucha alegría la gran solemnidad de la Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma al cielo. El misterio de la resurrección de su Hijo, que será la nuestra, ya se ha realizado plenamente en Aquella que Dios creó Inmaculada. Y por eso la Asunta es gloriosa promesa de lo que Dios quiere hacer en todos y cada uno de los hombres y mujeres. Fiesta grande de esperanza en toda la Iglesia y fiesta mayor en muchísimos de nuestros pueblos de Urgell, porque a todos protege nuestra Madre del Cielo.
Ésta fue la Declaración dogmática del Papa Pío XII. El 1 de noviembre de 1950:
«Después de elevar a Dios muchas y reiteradas plegarias e invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de esta misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, por la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y la Nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma de revelación divina de que la Inmaculada Virgen María, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria Celeste».
La fiesta de Santa María lleva a dar gracias por tantos y tantos Santuarios de Nuestra Señora que hay en nuestro Obispado, todos ellos muy queridos: Núria y Meritxell, las patronas, y también las demás advocaciones fervorosas de LesPeces, Boscalt, la Trobada, Segars, Bell-lloc, Mijaran, Montgarri, las Nieves, Ribera, Valldeflors, Àneu, de la Posa, de Fa, Bellvís, Caregue, Ares, Salgar, Bellvià, del Puig, de l’Horta, Guardiola, Montalegre, las Esplugues, del Pla, Refet, Almatà y el Milagro de Balaguer, Les Avellanes, les Sogues, Socorro, Sacristía, Urgell, Remei, Canòlich, Bastanist, Talló, y tantas otras advocaciones estimadas. Por todas partes brilla la protección de la Virgen María, que quiere mostrar su aprecio por sus hijos, todos los hombres y mujeres de esta tierra, y especialmente los más humildes, los pobres, los enfermos y todos los que sufren en el cuerpo o en el espíritu.