Fiesta con las RR. Hijas del Inmaculado Corazón de María en Balaguer

El sábado 9 de junio el Arzobispo de Urgell Mons. Joan-Enric Vives presidió la Eucaristía en la Residencia de las Misioneras Hijas del Inmaculado Corazón de María de Balaguer, en la fiesta litúrgica del Inmaculado Corazón de María. Concelebraron con el Arzobispo el Rector de la Parroquia de Balaguer y Arcipreste de Noguera, Mn. Joan Pujol; Mn. Ramon Solé; Mn. Jordi Profitós; Mn. Ermengol Donisa, Mn. Alfons Velásquez y el Secretario general, Mn. David Codina.

En su homilía Mons. Vives destacó el valor de la fiesta litúrgica del Inmaculado Corazón de María bien unida a la solemnidad inmediatamente anterior del Sagrado Corazón de Jesús. Destacó su alegría por poder celebrar la Eucaristía en ese día especial de gozo para las Religiosas que viven y se consagran bajo el Inmaculado Corazón de María y destacó como este misterio debía impregnar su vida como religiosas. Subrayó el valor de las personas consagradas que han dado toda la vida por Dios y que ahora, ya ancianas, viven la consagración desde una «clausura» como es estar enfermas, débiles y con menos fuerzas, en una residencia. Subrayó el valor que tiene para las generaciones jóvenes el testimonio de toda una larga vida entregada generosamente al servicio de Dios y de los hermanos en la vida consagrada y les animó a confiar siempre en el Corazón Inmaculado de María, ya que la Virgen siempre se las ingenia para hacernos llegar hasta su Hijo Jesús. Glosando el Evangelio proclamado en aquella fiesta litúrgica (Lc 2,41-51) subrayó cómo los padres de Jesús, María y José, se lamentan que «lo buscaban con ansia» y Jesús les responde que él «sólo podía ser en casa del mi Padre», para remarcar que tenemos que dar prioridad a las cosas de Dios. El Arzobispo destacó cómo, a medida que la persona se hace mayor, cada vez prescinde más de las cosas superfluas y pone su corazón en lo más importante: buscar el Padre-Dios y su Reino. Por eso animó a las religiosas a orar intercediendo por todas las realidades pastorales que han ido conociendo a lo largo de su vida y, como decía Sta. Teresita del Niño Jesús, «hacer que el Amor sea conocido y amado».

Al final de la Eucaristía el Arzobispo saludó a todas las Hermanas y mantuvo un largo diálogo con ellas en un clima de comunión y amor fraterno.

 
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