El obispo Josep-Lluís celebra la fiesta de la Virgen de Ribera en La Pobla de Segur

El día 18 de junio, en La Pobla de Segur, celebramos con alegría la fiesta de nuestra patrona, la Virgen de Ribera. En la vigilia nocturna se celebran las fallas. Los fallaires descienden desde la montaña de Santa Magdalena y, al llegar al llano, son recibidos por las pubillas. A continuación, se va hacia la iglesia para hacer la ofrenda de flores a la Virgen. Después, todos, pequeños y grandes, se dirigen a la Plaza de la Pedrera donde se baila la sardana de La Pobla, “A los pies del Pirineo”.

Este año, al mediodía, el obispo Josep-Lluís presidió la celebración de la Eucaristía. Concelebraron con él el rector de la parroquia, Mn. Antoni Ballester, Mn. Francesc Lloret, el arcipreste Mn. Alfons Velásquez, y Mn. Joan Fenosa, hijo de La Pobla. Ejercieron de acólitos el diácono Josep Salas, Rubens Amaro Alves y Joan Alves. En un espíritu de comunidad, participaron el alcalde Marc Baró y varios concejales, algunos miembros de la Junta del Comú de Particulars, un buen grupo de niños de catequesis con sus familias y muchos vecinos y vecinas de La Pobla y de localidades cercanas. Al inicio, Mn. Antoni dio la bienvenida al obispo Josep-Lluís en nombre de todos.

En la homilía, el Sr. Obispo nos invitó a acercarnos a la Madre, a ponernos a sus pies, diciendo: “Acudamos a la Madre, estamos en casa, cada uno con su situación… Ella nos acoge.” Recordó que la advocación de “Ribera” ya aparece en las primeras noticias históricas del pueblo. Documentos del siglo XIII mencionan, en la confluencia de los ríos Flamicell y Noguera, diferentes núcleos de población: el Castillo de Segur, Ribera de Segur, Mas de Solanelles y Mas de Segur.

El nombre de Ribera, además de identificar un núcleo de población, dio origen a una devoción a la Virgen enriquecida con el hallazgo del que hablan los Goigs:

Vuestra imagen fue hallada
cerca de un pozo de nuestro río,
siendo Vos por este motivo
llamada de Ribera.
Fuiste enviada por Dios
para ser nuestra mediadora.

Comentó que en nuestro caminar, de vez en cuando nos encontramos con algún “pozo”, curvas, dificultades, sustos, contratiempos… que debemos afrontar, y entonces podemos acudir a la Madre. Destacó el papel de la familia y de la educación de los pequeños en casa, subrayando la importancia de la madre y del padre, y la confianza que los más pequeños depositan en ellos. En una situación difícil, un niño da la mano a la madre y se agarra al brazo del padre. También reforzó la importancia de caminar juntos, uno al lado del otro, escuchándonos y dialogando, construyendo comunidad.

Después de la oración universal se presentaron las ofrendas: una antorcha que, en medio de la fiesta, es motivo de alegría y de encuentro, y que encendida simboliza la Luz que queremos acoger y compartir. Las flores, como signo de ternura y vida; y el pan y el vino, fruto del trabajo y del esfuerzo.

Durante la celebración, la Coral de La Pobla, dirigida por Albert Royes, cantó la misa de Charles Gounod, que ayudó a todos los presentes en la oración.

Al finalizar, el obispo Josep-Lluís agradeció a todos los que habían participado en la celebración y les deseó una muy buena fiesta.

Después, los niños fueron invitados a colocarse a los pies de la Virgen, junto con los celebrantes, y se cantaron los Goigs a la Virgen de Ribera. A continuación, subieron al camarín para poder decirle a la Madre lo que cada uno llevaba en el corazón. Al final hubo saludos y momentos para estrechar lazos… Celebrar la fiesta siempre es motivo de encuentro, de alegría, para poder compartir y tejer caminos de esperanza, si somos portadores de vida.

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