Confirmaciones en Santa María de Balaguer

El sábado 11 de mayo, Solemnidad litúrgica de la Ascensión del Señor, el Arzobispo de Urgell Mons. Joan-Enric Vives, administró el sacramento de la Confirmaciones a 20 jóvenes de la Parroquia de Balaguer y pueblos vecinos de La Noguera. Concelebraron con el Arzobispo el Rector y Arcipreste de Noguera, Mn. Jordi Profitós y los sacerdotes del Arciprestazgo Mn. Ramon Solé, Mn. Pere Cañada y el diácono permanente Mn. Antoni Baldomà. También concelebró el P. Jordi Vilà, Superior Provincial de la Escuela Pía de Catalunya, de donde provenían un gran grupo de los confimandos.

En su homilía el Arzobispo destacó el compromiso que los confirmandos adquirían al recibir el sacramento de la Confirmación, puesto que el don del Espíritu Santo les hacía fuertes precisamente para ser testimonios de la Resurrección de Cristo y de la gloria que Él ya disfruta en el cielo, y que es una firme promesa para nosotros. Al elevarse hacia el cielo, Jesús abrió un camino de esperanza, que nos hace fuertes en medio de las crisis y problemas que nos toca vivir. Por más problemas y tentaciones que suframos, los cristianos debemos anunciar a todo el mundo nuestra esperanza, que va más allá de lo terrenal y estar anclada en el cielo, donde está Jesucristo y Nuestra Señora Asunta, con los santos y los ángeles. Mons. Vives subrayó el valor de la dignidad de toda persona humana porque Cristo vive. Ésta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe. Jesús, que murió en la cruz, ha resucitado, ha triunfado sobre la muerte, sobre el poder de las tinieblas, sobre el dolor y la angustia: Cristo vive en el cristiano. La fe nos dice que el hombre, en estado de gracia, está deificado. Somos hombres y mujeres, no ángeles. Seres de carne y hueso, con corazón y pasiones, con tristezas y alegrías. Pero la divinización redunda en todo el hombre como anticipación de la resurrección gloriosa. Por eso debemos ser testigos del Señor anunciándolo y trabajando por la dignidad de toda persona, especialmente de las que más pueden sufrir o sentirse solas o sin que nadie las ame.

Al final de la Misa el Arzobispo regaló a los jóvenes un Nuevo Testamento exhortándoles que pudieran leer un breve fragmento cada día porque les ayudaría en su vivir como jóvenes cristianos.

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