El día 6 de mayo, el Arzobispo de Urgell y Copríncipe de Andorra, Mons. Joan-Enric Vives, administró el sacramento de la Confirmación a 21 jóvenes y 6 adultos de la Parroquia de San Esteban de Andorra la Vella. A su llegada el coprincipe fue recibido por el Cónsul Menor, Hble. Sr. David Astrié y por el Rector y Arcipreste de los Valles de Andorra, Mn. Ramon Sàrries.
La Eucaristía fue concelebrada por Mn. Ramon Sàrries, Mn. Anto Pallikunnen y Mn. David Codina y participaron una gran cantidad de fieles y familias de los confirmandos que llenaron el templo parroquial. También estuvieron presentes los catequistas. Dirigió los cantos la Hna. Vanessa, Religiosa de la Sagrada Familia de Urgell y acompañaba los cantos al organista Ignacio Ribas.
En su homilía el Arzobispo invitó a vivir la Pascua y acoger la buena nueva, que “Cristo vive!” y está siempre acompañando y dando vida a su Iglesia. Subrayó la importancia de la conversión de Saulo explicando la Lectura de la Palabra de Dios proclamada (Hch 9,1-20). Saulo, perseguidor de los cristianos, en la ciudad de Damasco, tiene una revelación por parte de Dios que «un a luz celestial lo envolivió lo envolvió con su resplandor» y, ciego, oye la voz de Jesús que le dice: «Sablo, ¿por qué me persigues? «. A Damasco le va a encontrar Ananies, que aunque lo tiene por un traidor, obedece a Dios, y le impondrá las manos y «al instante le caiguran de los ojos como unos telos y recobró la vista». Entonces se hizo bautizar y pasó a ser uno de los grandes apóstoles, columnas, de la Iglesia. Mons. Vives animó a los jóvenes confirmandos a hacer experiencia personal de Jesús, que no es una idea abstracta o una imaginación, sino el que vive, ¡Cristo está vivo!, es la Vida, como lo recordó el Papa Francisco en su exhortación apostólica «Christus vivido» dirigida a los jóvenes.
El Arzobispo animó a los jóvenes a tener una relación de amistad personal con Jesús porque Él está vivo y nos acompaña siempre en nuestro camino pero es necesario que se nos caigan los telos de los ojos que nos impiden reconocerle. Por eso hay que pedir el don de la fe y el Espíritu Santo que ese día recibían en plenitud por el sacramento de la Confirmación. Un Espíritu que les hará querer a todos sin distinciones de razas, culturas, religiones, género o afinidades. Les animó a seguir el ejemplo de Pablo ya dejarse amar por Jesús y darle testimonio, ya preguntarse por cuál es el sentido profundo que quieren dar a su existencia que va más allá del trabajo o los estudios. Responder a la vocación que seguro que Dios les ha preparado.
Al final de la Misa la Parroquia regaló a los jóvenes confirmados el Catecismo «Jesús es el Señor» y una paloma de la paz hecha por cristianos con olivos de Belén, la tierra de Jesús, ya los adultos que se habían confirmado la Sagrada Biblia.