Comienza el Triduo Pascual en Urgell

La Diócesis de Urgell celebró la Cena del Señor el Jueves Santo, 29 de marzo, y se inició así la celebración del Triduo Pascual. Como en todas las iglesias y comunidades religiosas de la Diócesis de Urgell, la Catedral de Santa María acogió a las ocho de la tarde la solemne celebración de la Eucaristía del Jueves Santo. Fue presidida por el Arzobispo Mons. Joan Enric Vives y concelebrada por los Canónigos y los sacerdotes de La Seu d’Urgell, con la participación de los seminaristas. A las 22.30, se inició la Vigilia de Adoración del Santísimo Sacramento, expuesto al Monumento.
 
Mons. Joan-Enric puso de relieve en su homilía los misterios que se celebran en este Día Santo: la Institución de la Eucaristía por parte del Señor Jesús, celebrando la Última Cena con los discípulos; el mandamiento de la caridad y el amor fraterno, que nos lleva a servir a los demás lavándoles los pies y la institución del sacerdocio ministerial por voluntad del Señor, que quiere que, a través de los sacerdotes, se haga presente su Amor por todos los hombres. Habló del Amor como una luz nueva, porque este Amor lo es todo. «¿Quién ha encontrado el Amor ha encontrado el don más grande, ha encontrado el sentido más grande de su vida». Glosó las lecturas explicando que si se entra en la contemplación del Señor, en este Jueves Santo, comprenderemos la lección del Amor de Jesús; Él es el Amor, el vivo y nos lo enseña, y hoy arrodillado ante sus discípulos, lavando los pies, da como Maestro y Señor, la gran lección de humildad y del Amor radical que se hace servicio a últimos y más humildes.

Mons. Vives animó a los fieles a vivir con intensidad este Triduo Pascual y a tener presentes especialmente a los pobres, los enfermos, los encarcelados, los refugiados y todos los que sufren en estos días. Explicó que Él quiere quedarse entre nosotros escondido bajo las especies del pan y del vino eucarístico como fuente de Vida para todos los que le buscan.

Al terminar, el Arzobispo lavó los pies a cuatro personas de edad y con dificultades de movilidad, acompañado por los seminaristas de la diócesis. La celebración se cerró con la sencilla procesión con el Santísimo Sacramento por el interior de la Catedral hasta el Monumento y su adoración devota.

Por la noche, a las diez y media, muchos fieles se reunieron en las diversas Vigilias de oración y adoración al Señor que se celebraban en la diócesis, releyendo las palabras del Señor y el Maestro en la última cena, recordando la oración en el huerto de los Olivos. También en la Catedral de Santa María, donde rezaron muchos fieles ante el Monumento.

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