En el Día del Seminario, el sábado día 18 de marzo, IV Domingo de Cuaresma, y en la Santa Catedral Basílica de Sta. Maria d’Urgell, tuvo lugar la admisión a Órdenes de 4 seminaristas de Urgell: Carlos Rosas Portela; Edinson Salas Guerra; Gilberto Bea Bisa y Mateo Arias Arango. La Eucaristía fue presidida por el Arzobispo de Urgell, Mons. Joan-Enric Vives, y concelebrada por los Vicarios Generales de Urgell así como por el Rector del Seminario, Mn. Gabriel Casanovas. También le acompañaron otros curas amigos y algunos de sus compañeros seminaristas del Seminario Mayor Interdiocesano de Solsona y de Lleida.
En la homilía, el Arzobispo saludó a las familias de los seminaristas de Colombia y de Filipinas que con posterioridad seguirían la ceremonia, y recogió el mensaje de las lecturas de la Palabra: Cristo es la luz, que funde las tinieblas e ilumina la humanidad con su luz. Él es Dios en medio nuestro en quien creemos, como el ciego de nacimiento, y al que adoramos. Él llena de vida y llama, como David a la lectura de Samuel, a ser ungidos por el Espíritu para llevar a cabo la misión que nos quiere confiar. Es el Buen Pastor en quien confiamos siempre, ni cuando pasamos por valles de tinieblas, ya que nos guía y acompaña. Estamos llamados, especialmente a los futuros sacerdotes, a ser luminoso y transparentes, para testimoniar la bondad, la justicia y la esperanza.
Con sus palabras el Arzobispo también animó a los jóvenes seminaristas a hacerse del todo disponibles a Jesús y a la Iglesia, que con el sencillo pero significativo rito de la Admisión en el sacramento de la Orden confirmaba su vocación al ministerio ordenado. Recibían una bendición y al mismo tiempo eran hechos bendición para los hermanos.
Mons. Vives les animó a perseverar en el camino hacia el sacerdocio haciéndose siempre servidores de Cristo y de los hermanos, especialmente de los más necesitados, configurándose a Cristo, Cabeza y Pastor, Luz y Pastor del rebaño, con una actitud de disponibilidad plena hacia la misión que la Iglesia quiera confiarles.
La celebración fue preparada espiritualmente por los seminaristas con un Retiro que les predicó el Arzobispo el día anterior y esa misma mañana sobre la vocación al ministerio y el valor del paso que iban a dar siguiendo las palabras que el ritual de la Admisión pone en buena del obispo: bendición y confirmación del propósito de ser sacerdotes.
Por último agradeció a las familias de los cuatro seminaristas la donación misionera de sus hijos, que ellos también participaban.
Una cena de hermandad en el Seminario concluyó la jornada festiva.