En este 2019 estamos celebrando en el Principado de Andorra el 600 aniversario del Consell de la Terra, antecesor del actual Consell General, o Parlamento, gracias al Decreto concedido por el Obispo de Urgell Francisco de Tovía el 11 de febrero de 1419 , y ratificado meses más tarde por el Conde de Foix Juan Iº, con el fin de que los andorranos pudieran elegir algunos representantes que cuidasen de los asuntos de los Valles. Esta Institución fue semilla del actual Consell General o Parlamento, y es ejemplo histórico de una incipiente democracia que culminaría 6 siglos más tarde en el actual órgano democrático legislativo. Hace 600 años, pues, nacía formalmente el Consell de la Terra, órgano representativo que, con las modificaciones introducidas a lo largo del tiempo, ha pervivido hasta nuestros días. A partir de la creación del Consejo Ejecutivo, el Consejo General, heredero del Consejo de la Tierra medieval, se ha convertido en el órgano legislativo del Principado de Andorra, función que fue confirmada posteriormente, en 1993, con la aprobación de la Constitución.
Cuán trascendente es poder celebrar con naturalidad, hasta con rutina, los aniversarios de la aprobación de la Constitución de nuestro Principado de Andorra. Fue un impulso muy grande para el país y lo asentó con decisión y responsabilidad entre las naciones democráticas del mundo. Muchos creían que era una «antigualla» que no resistiría una puesta al día. Y la desinformación hace que muchos no conozcan Andorra ni su idiosincrasia, especialmente en cuanto a la función de su obispo y copríncipe. En cambio, en nuestra Diócesis de Urgell, siento que estimamos mucho el Principado de Andorra, y hay un gran respeto por que el Obispo pueda ser libre y actuar según las responsabilidad también políticas que este servicio «pastoral» le conlleva. Los fieles lo conocen y lo comprenden. Porque es así como yo lo vivo: como un servicio, que vale la pena prestar a un pequeño país para que tenga independencia y soberanía reconocidas. El obispo le hace el servicio de ser su Jefe de Estado, junto con el Presidente de Francia, heredero de los Condes de Foix que en 1279 firmaban ante el Rey de Catalunya-Aragón los Pareatges, por los que tomaban una responsabilidad política sobre esta nación del Pirineo. ¿Podrá continuar? Los andorranos tienen la palabra.
La Constitución ahora plasma los principios fundamentales sobre los que descansa la organización del país, los límites y las facultades del Estado, así como los deberes y derechos de los individuos y las instituciones. Andorra es un Estado soberano y un Estado de Derecho, pero también Estado de paz y de sabios equilibrios, defensor de los Derechos Humanos y ejemplo de pervivencia a lo largo de los siglos, sabiendo mantenerse Andorra prudente e indemne en medio de muchas vicisitudes, y formando parte de la cultura catalana milenaria. La Constitución es exponente de un gran momento de «encuentro», entre Pueblo y Copríncipes, Comunes y Gobierno, instituciones y ciudadanos, nacionales y extranjeros legalmente residentes, soberanía propia y apertura a las demás naciones, encuentro fecundo de derechos y de deberes por parte de todos. El gran pacto social de 1993 prefigurado en el Consejo de la Tierra de 1419 debe continuar inspirándonos hoy, ya que fija y promueve los derechos de todos los andorranos. Y recordar lo que unidos somos capaces de ser y de hacer. El lema del país: «Virtus, Unita, Fortior», significa que fundados en la confianza y la unidad podremos afrontar los retos de futuro, y continuaremos aportando nuestra singularidad como Pueblo al lado y colaborando con las demás Naciones de la tierra.
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