El domingo 14 de mayo, en el Monasterio de las Monjas Carmelitas de la Virgen del Carmen de Vilafranca del Penedès, se celebró solemnemente el 25 aniversario de la profesión monástica de las Hnas. Catherine Mwikali y la actual Priora la Hna. Juliana Kanini, originarias de Kenia. Presidió la celebración el arzobispo Joan-Enric Vives, que ya había presidido su consagración cuando era obispo auxiliar de Barcelona, y concelebraron algunos Padres Carmelitanos, el Vicario episcopal Mn. Xavier Aymerich, el Cura del Monasterio Mn. Valentí Alonso y muchos otros presbíteros, y asistieron algunas otras Hermanas Monjas Carmelitas y otras consagradas, así como muchos fieles de Vilafranca y de la comarca del Penedès, que aman el Monasterio llamado “Clausura”, situado en la carretera de Sant Martí Sarroca.
La celebración contó con músicas y danzas africanas en la entrada, antes de la liturgia de la Palabra y antes de la Liturgia de la Eucaristía, así como en la acción de gracias. Y al ser retransmitida telemáticamente para las familias de ambas religiosas, que estaban en su pueblo en Kenia, tuvieron momentos de intervenciones en lengua inglesa y en su lengua local.
Comentando las lecturas, el Arzobispo remarcó la grandeza de la vocación de nuestro padre en la fe Abraham, que se fue de su tierra y dejó su parentela para ir a donde el Señor la enviaría. Y él obedeció, y se puso en camino. Como estas hermanas que han venido a Cataluña para arraigarse y ayudar en la vida contemplativa de su Monasterio de la Orden del Carmelo. Les expuso que algo así sólo se puede hacer para responder a la llamada de Dios Amor, y se hace por amor, y sólo por amor. Un amor que el Espíritu Santo Defensor derrama en los corazones de los bautizados para que vivan dando razón de la esperanza que han recibido por pura gracia, como pedía el apóstol san Pedro en la segunda lectura. Y podríamos estar esperanzados, firmes, y seguros de que el amor de Dios no nos faltará nunca, si vivimos según el ideal de la vida carmelitana de “vivir en obsequio de Jesucristo”, puesto que es Dios mismo que habita en nuestros corazones.
Animó a todos los presentes a vivir con alegría la fe, siguiendo las mociones y la luz que nos dará el Espíritu Santo, siempre amando y testimoniando la belleza de la vida según el Evangelio de Jesucristo y respondiendo sinodalmente, al que nos reclaman los signos de los tiempos. Sin miedos y con mucha esperanza, con una mirada de fe sobre los acontecimientos y confiando en que “vendrán de Oriente y de Occidente” -como las Hermanas de Kenia- y se añadirán a nosotros, y seremos su pueblo y el rebaño que Cristo pastorea.
Luego hubo tiempo largo para saludarse, hacer fiesta y tomar una sencilla merienda compartiendo la alegría de este momento de acción de gracias.