Objetivo «Hambre Cero»

La Campaña de Manos Unidas para colaborar en el desarrollo de los países más pobres, continúa. No se agota en un domingo o una colecta. Hay que tener presente que esta Campaña nació para luchar contra el hambre en el mundo, y parece que ese objetivo tendremos que ponerlo de nuevo en consideración del interés general, porque el hambre vuelve a crecer en nuestro mundo tan sofisticado y globalizado.

«HAMBRE CERO», es una iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) que pretende para el año 2030 erradicar por completo el hambre en el mundo. Pero este reto últimamente se está complicando, ya que repunta el hambre en el mundo. Los últimos años iba bajando, pero ahora estamos en 815 millones de personas que pasan hambre, lo que indica que si no cambiamos el rumbo y las cifras se invierten, no podremos alcanzar este reto de «HAMBRE CERO», para 2030.

Las claves para que entre todos podamos ayudar a que este reto se cumpla, en primer lugar radica en el hecho de que nos hemos de «convencer». Todos podemos ayudar, nadie sobra y nadie puede darse por evadido a la hora de hacerle frente al hambre. También necesitamos «querer». Esta lacra no es sólo un problema de los gobiernos y las organizaciones internacionales, sino que es entre todos que podemos derrotar el hambre y para ello basta con quererlo. Finalmente hay que «compartir» solidariamente. Vigilar como compramos, no malgastar, aumentar lo que dedicamos a la solidaridad con los más pobres y no tirar nada de lo que hay en la mesa.

Este tiempo que estamos viviendo debemos reconocer que es lo que está forzando más personas a huir de sus hogares desde la II Guerra Mundial, debido al aumento de los conflictos y la inestabilidad política que se da en muchos lugares del mundo. Nadie quiere dejar su tierra por gusto, y es por eso que el aumento de la violencia, los conflictos, sobre todo el incremento de los desastres naturales, aumenta el hambre y con el hambre aumentan también las grandes migraciones forzadas. En el fondo, si queremos derrotar el hambre, debemos invertir en la paz.

Hay comida para todos pero no todos pueden comer. La FAO afirma con datos que hoy en día, hay suficientes alimentos en el mundo para que cada ser humano lleve una vida sana y productiva. Con todo, los problemas que dificultan que los alimentos lleguen a las manos de todos son de inversión en justicia, en igualdad, para facilitar que en el hemisferio sur los alimentos no se pierdan. Los alimentos se producen, pero por falta de infraestructuras, de locales donde almacenarlos, de carreteras viables, estos alimentos no llegan a la mesa del consumidor. Aunque no se trata únicamente del hemisferio sur, ya que en el hemisferio norte los alimentos tampoco llegan en la forma más óptima, porque a menudo en el hemisferio norte se da el lujo y el despilfarro. Cuando el Papa Francisco visitó en 2017 la sede romana de la FAO, proclamó que «en un tiempo como el nuestro, caracterizado por un progreso sin precedentes, es un auténtico escándalo que todavía haya hambre y malnutrición en el mundo». No podemos aceptar que 1 de cada 8 personas en el mundo pase hambre. La crisis ha agravado la situación de los más pobres y nos urge a actuar. ¿Qué puedo hacer? ¿Cómo podríamos ayudar? Reflexionemos y unámonos a los objetivos de Manos Unidas. No olvidemos que Jesús nos dice: «Tenía hambre y me disteis de comer» (Mt 25,35).

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