IV Jornada Diocesana del Obispado de Urgell

«Unidos y comprometidos». En respuesta a esta llamada, el sábado 15 de junio se reunieron en La Seu d’Urgell cerca de quinientas personas, entre feligreses llegados de todos los rincones del territorio del Obispado de Urgell, voluntarios de Cáritas y jóvenes de los grupos txt de Puigcerdà, Balaguer, la Seu, Andorra y otros lugares de la Diócesis, que por momentos dejador pequeña la Sala Sant Domènec demostrando su estrecha unión en la fe y su firme compromiso con la Iglesia diocesana.

«Unidos y comprometidos» también como lema de la IV Jornada Diocesana del Obispado de Urgell, «que es ya una pequeña buena tradición que nos hace mucho bien», tal como dijo el Arzobispo Joan-Enric en el saludo inicial con que abrió la jornada. «Una jornada para alegrarnos de estar juntos y de ser lo que somos, para disfrutar de la comunión en la fe de Jesús, para sentirnos honrados de ser el Pueblo de Cristo en marcha», explicó Mons. Vives, haciendo notar al mismo tiempo que pertenecemos a una gran familia: los santos, el mártires, los misioneros, los religiosos de vida consagrada, los sacerdotes… todos son nuestros hermanos. Por consiguiente, «debemos ser un pueblo de misericordia, de ternura y de amor, porque eso es lo que el mundo espera de nosotros».

Las palabras del Arzobispo de Urgell dieron paso a una serie de testimonios con los que se fue dibujando el gran mosaico (o una buena parte al menos) donde se reflejan las muchas y valiosas aportaciones a la sociedad de las personas y movimientos que conforman el día a día de la Iglesia diocesana.

Mn. Ivan Ayala, de la Delegación de Juventud, fue el primero en ofrecer su testimonio, en este caso en relación con la Comunidad de Taizé, con la que cada vez hay una relación más asidua, sobre todo en cuanto a la participación en los encuentros que la comunidad organiza cada fin de año en una ciudad europea, que este año se verá ampliada con una peregrinación en julio a la sede central de la congregación.

A continuación, un audiovisual sirvió para trasladar a los asistentes los datos de la Memoria de 2018 de Cáritas de Urgell, la cual refleja la importante labor que se hace en favor de las personas con problemas de exclusión social o que pasan graves dificultades económicas y humanas en las diferentes poblaciones de la Diócesis. A continuación intervino el Director voluntario de Cáritas de Urgell, Josep Casanova, que añadió que, más allá de las cifras, los datos de la Memoria muestran que «hacemos lo que tenemos que hacer, que nuestro trabajo es útil para las personas, y que tenemos que seguir trabajando en la misma línea y no olvidar que para ser fieles a nuestra misión debemos innovar y tenemos que perseverar».

Casanova avanzó algunos de los últimos proyectos que Cáritas ha puesto en marcha, en especial «Eco-cambio», con el que se quiere concienciar a la población de la necesidad de cambiar de hábitos para ser respetuosos con el medio ambiente y conservar el planeta para las generaciones futuras, en la línea del magisterio del Papa a la Encíclica «Laudato Si«. Y finalizó su intervención convocando a los asistentes para hacer al final de la mañana una pequeña peregrinación por la calle Canonges, el casco antiguo de La Seu, a modo de adhesión simbólica con la propuesta del Papa Francisco «Compartiendo el camino», con la que nos invita a reflexionar sobre el acompañamiento a los migrantes y refugiados que buscan un nuevo lugar y una nueva comunidad donde rehacer sus vidas.

El último tramo de este mosaico viviente diocesano fue especialmente entrañable porque fue la mejor demostración de cómo la Iglesia de Urgell, que remonta sus raíces a los primeros siglos del cristianismo, sigue siendo a la vez una Iglesia muy joven. Y esto es así, entre otros muchos ejemplos posibles, por la labor que se lleva a cabo desde hace muchos años en la guardería de la Parroquia de Sant Ot, tal como explicaron el Rector, Mn. Ignasi Navarri, y la Directora de la escuela, Diana Aguilar; o por la formación integral que reciben los alumnos de la escuela La Salle de La Seu, que este año conmemoran el tricentenario de la muerte del Fundador, San Juan Bautista de la Salle; o aún a través de la convivencia que se establece en el seno de los grupos Txt de toda la Diócesis, tal y como explicaron en el auditorio algunos de los jóvenes que forman parte.

Y también en este último tramo hemos podido conocer el caso del David, un niño nacido con un solo brazo, que se ha convertido en una persona muy especial y entrañable por su espíritu de superación, como asimismo fue entrañable y emotiva la humanidad y el amor que transmitía su familia explicando cómo les ha cambiado la vida para bien, ya que con piezas de Lego él mismo se construyó una prótesis útil.

Terminado el acto en la Sala Sant Domènec, los asistentes se desplazaron hasta la Catedral de Santa María de Urgell para participar de la Eucaristía presidida por el Arzobispo y concelebrada por los sacerdotes de la ciudad y los que tomador parte en la Jornada acompañando a los feligreses de las respectivas Parroquias.

Al principio de la celebración, Mons. Vives exhortó a los fieles a dar gracias «por todo lo que Dios va haciendo misteriosamente a través nuestro, y, a menudo, superándonos», y a «pedir al Señor que venga a nosotros el Espíritu Santo y que el don de la Pascua no se agote en Pentecostés». Más tarde, en la homilía, el Arzobispo profundizó en la idea de que «somos el Pueblo de la Pascua», porque la Pascua es el gran misterio de Dios; el misterio que hace que la Palabra tenga valor y Vida; que hace que la Eucaristía sea presencia real de Cristo».

«Conocer, amar y servir: estos tres verbos comprenden el misterio de la felicidad plena, para lo cual hemos sido creados», agregó el Arzobispo, y glosando las lecturas proclamadas subrayó como San Pablo nos habla de un cristianismo comprometido en una lucha entre la carne y el espíritu, que nos da la vida y nos hace querer. «Dejaos llevar por el Espíritu, que siempre va más allá de nuestros cálculos para hacernos crecer como humanos y como cristianos».

Y concluyó sus palabras haciendo referencia al lema de la Jornada Diocesana, «Unidos y comprometidos», que definió como «un pequeño gran programa de presente y de futuro para nuestra Diócesis. Confiamos en Dios; confiamos en Jesús».

Una animada comida en el parque del Segre con la animación del Truqui puso el punto final a la gozosa Jornada antes de emprender el camino de vuelta a los respectivos lugares de origen.


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