Jornada diocesana de catequistas en La Seu d’Urgell

Los catequistas de la Diócesis participaron el sábado 22 de septiembre en la Jornada de formación y de inicio del Curso convocada por la Delegación de Catequesis, en la que dictó la ponencia central Mn. Ramón M. Bosch Vendrell, Rector y Arcipreste de Piera (Diócesis de Sant Feliu de Llobregat) con el título «Vivir en buena compañía», y que se celebró en el salón de actos del Seminario Diocesano de La Seu d’Urgell. Fue presidida por el Arzobispo Joan-Enric y por el Vicario episcopal y Delegado de catequesis, Mn. Antoni Elvira. La jornada concluyó con la celebración de la Eucaristía que fue presidida por el Arzobispo que entregó la misión a los catequistas para este curso.

La Jornada diocesana se inició con la oración y con las palabras de presentación del Arzobispo que aprovechó el momento para agradecer la buena asistencia de catequistas, y señalando que ser catequista es una hermosa misión, una inmensa responsabilidad de representar a Cristo el sirviente, como un amigo, como un confidente cercano en medio de la comunidad. Los catequistas son cooperadores de los sacerdotes, que educan y acompañan a las personas, familias y grupos. Son misioneros y por lo tanto no vale lamentarse de las dificultades. Mons. Vives animó a los catequistas a trabajar con los que nos han sido dados y hacerlos crecer, remarcando que confiar sus hijos a la catequesis hay una gran confianza de los padres en ellos y en la Iglesia. También, Mons. Vives, habló del momento en el que está inmersa la Iglesia, porque es un momento en el que las heridas y los escándalos creados por algunos sacerdotes nos están obligando a ser más humildes y pedir perdón. Pidió a los catequistas ser especialmente cuidadosos porque tratan con los más pequeños, los más frágiles, los más inocentes. Pidió una actitud de penitencia y de oración por las víctimas de los abusos. Finalmente animó a los catequistas a salir a sembrar con alegría y fe, porque la semilla del Evangelio es muy buena y cooperamos con el Sembrador primero que es el Cristo.

Mn. Ramon M. Bosch inició su ponencia poniendo énfasis en la alegría de ser cristiano. Para él, el acompañamiento se puede coger desde muchos puntos de vista, para que en el mundo de la catequesis todos nos acompañamos: los catequistas, los niños, las familias. Él se centró en las familias, más del 50% de nuestra labor como catequistas debería ser acompañamiento de las familias, para que a través de ellas es más fácil llegar a los niños ya sus. Ante los retos actuales, aunque nos sentimos desnudos, encontramos un mundo nuevo que nos ofrece oportunidades. Debemos tener confianza porque nuestro Dios nos sigue ofreciendo esperanza y no nos deja nunca.

Sugirió para el acompañamiento de las familias y los niños una serie de puntos claves: conversaciones de tú a tú, encuentros espontáneos, diálogos en diferentes formas… y disponer de los sacerdotes, de los obispos, de los delegados porque pueden aportar apoyo y estructura.

Describió el ambiente en que hoy se debe trabajar: un ambiente más descristianizado, y en muchos casos sin experiencia previa de Jesucristo. Subrayó cómo más allá de los conceptos hay que evangelizar actitudes y siempre con el testimonio personal coherente.

Hay que hacer una comunidad acogedora también en la catequesis donde los recién llegados no sean puramente burocráticamente acogidos sino sobre todo se sientan acogidos de forma integral, con calidez, preocupándonos por sus necesidades concretas. Y finalmente animó a generar experiencias de fe que tengan contenido catequético: intentando que el niño o niña tenga un marco experiencial con Jesucristo en una relación personal y llena de felicidad y naturalidad.

Recomendó usar los elementos reparadores de que dispone la comunidad cristiana en un tiempo de cambio como el que está viviendo la sociedad hoy: recuperar la fe evitando el conformismo, teniendo presente que nuestra obra evangelizadora va más allá de nuestra propia obra, porque nuestras siembras las cosecha Dios donde quiere. En este sentido apuntó que Dios nos ha dado entonces y no cestos, y que hay que compartir la belleza de la fe, sabiendo que somos la puerta que da a muchos niños y familias el acceso a Dios. El otro elemento reparador es el realismo, sabiendo que tenemos que ser humildes y que debemos asumir los límites de todos, de los niños, de las familias, y nuestros propios. Y también, reivindicar la imperfección, sin sufrir por los límites que tenemos con un gran celo apostólico y enamorarnos locamente por la persona de Jesús. Finalmente, el otro elemento reparador es la alegría porque tenemos que ser conscientes de que sin alegría no podremos dar a conocer la felicidad que sólo Jesús puede ofrecer.

La jornada concluyó con la celebración de la Eucaristía en la iglesia del Seminario diocesano de Urgell, en la cual los catequistas renovaron su compromiso catequético y donde el Sr. Arzobispo les renovó la misión y les impartió una bendición para que pudieran ejercer bien su ministerio como catequistas y su misión de evangelizar a los niños y las familias. También se entregó a los catequistas «la agenda del catequista».
Mons. Vives agradeció la labor que llevan a cabo los catequistas de forma desinteresada y gratuita y los animó a poner sobre la mesa de la Eucaristía a cada niño que catequizar durante el presente curso. Una comida de hermandad compartida en la residencia de la Sagrada Familia de Urgell cerró la gozosa jornada.

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