¡Ven Espíritu Santo Defensor!

¡Santa fiesta de Pentecostés!
Hoy llega a plenitud la Pascua de Resurrección
y se convierte en granada de frutos.
La celebramos en tiempos de Sínodo:
tiempo de comunión, participación y misión.
Pidamos que el Espíritu Santo conduzca a la Iglesia
por caminos de fraternidad y de corresponsabilidad,
y fortalezca la unidad y la comunión
entre todos los miembros del Pueblo santo de Dios,
que somos hermanos por el bautismo que compartimos.

Recibamos y acojamos con corazón dócil el don del Espíritu Santo
que hará nuevas todas las cosas:
nuestra pobre vida, las familias, las comunidades,
nuestra Iglesia y todo nuestro mundo.
Que haga surgir las vocaciones al servicio, que tanto necesitamos
y nos haga imágenes vivas de Cristo.

Como en el Cenáculo sobre los Apóstoles,
Jesús sopla suavemente sobre nosotros, sus amigos y discípulos,
y pone en nuestro interior un corazón nuevo y un espíritu nuevo,
capaz de amar como Él ha amado,
capaz de vivir la cruz con esperanza,
capaz de cantar su alabanza con alegría renovada.
Y nos regala su Paz. La que el mundo no puede dar.

Hoy es Pentecostés, ¡el día en que ha actuado el Señor!
Hoy Cristo une lo que estaba dividido en muchas lenguas
y enseña a hablar la única lengua divina, la del amor,
que es realmente universal y que nos une en un solo corazón.
¡Hoy el Espíritu hace que todo sea nuevo!
Nos une en Iglesia santa y católica,
para enviarnos a anunciar a Cristo y a dar testimonio de su Reino.

Ven Espíritu de amor y de paz,
Maestro de oración y artesano de carismas.
Derrama en nosotros los siete dones sagrados:
sabiduría y conocimiento, consejo y fortaleza,
ciencia, piedad y temor de Dios.
¡Os deseo a todos un Santo Pentecostés!

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