El Domingo de Ramos se ha celebrado en toda la Diócesis de Urgell con la tradicional bendición de los ramos, las procesiones y la celebración eucarística de la Pasión del Señor.
Familias enteras con niños, y muchas acompañadas por los abuelos, se han acercado a las respectivas parroquias para bendecir sus palmas, palmones, y ramas de olivo y laurel, y aclamar a Jesús que entra en Jerusalén para vivir el amor hasta dar la vida.
En la Catedral de Santa María de La Seu d’Urgell, la celebración fue presidida por el Arzobispo Mons. Joan-Enric Vives y concelebró el Vicario General y Rector de San Odón, Mn. Ignasi Navarri. La celebración fue intensamente vivida por los niños que participadron activamente en la liturgia, cerca del altar en los momentos de alabanza y aclamación.
El Arzobispo Joan-Enric en su homilía destacó cómo los seguidores de Jesús decimos en voz alta este domingo “¡Hosanna a Jesús!”, que abre la gran semana de los cristianos. Lo dijeron los niños de los hebreos de Jerusalén y lo seguimos haciendo los cristianos al inicio de la Semana Santa: alabamos a Jesús, le agradecemos su muerte redentora, mientras hacemos procesión con palmones, palmas y ramas de olivo.
Desde nuestras debilidades y cobardías, intentamos alabar al Rey de los mártires, quien entra en la ciudad santa de Jerusalén para dar su vida en rescate de todos. Sólo un amor como el suyo, es digno de fe. Estos días que para muchos serán de semivacaciones tendremos un mayor contacto con la familia y podremos disfrutar de la primavera. Que no dejemos de tener también un sentido profundo y reflexivo. Jesús vuelve a venir a encontrarnos con su Pasión y con la memoria sacramental de su Muerte y Resurrección. Y nosotros revivimos que Él nos ama hasta el extremo. Todos nuestros sufrimientos se les hace suyos, y los llena de luz y sentido: sufrir con amor, es vencer. E ir dando la propia vida por amor, es reinar, es vivirla de verdad.
Quizás estas verdades chocan con la manera de ver las cosas que bastantes tienen, indiferentes a causa de una mentalidad alejada del cristianismo, donde cuentan poco las personas y mucho en cambio la indiferencia y el individualismo. Que estos días nos ayuden a reaccionar. No podemos acomodarnos a una vida sin horizonte ni fe, alejados de Dios y del prójimo.
En otras parroquias, los respectivos rectores han presidido las misas y han hecho las bendiciones de Ramos, en conmemoración de la entrada de Jesucristo en Jerusalén, donde fue recibido con alegría, y con la gente levantando las palmas y ramas de olivo y laurel para recibirlo, aclamándolo como Salvador. Ha empezado así la gran Semana de los cristianos.