Domingo IV de Pascua (A)

Hermanos en el Señor:

Continuamente escuchamos voces que nos llaman de distintas partes y por motivos muy diversos. Son como sirenas que nos quieren convencer, cada una con su eslogan, para que compremos, viajemos, nos demos a la diversión; a veces, aquellas voces nos piden que nos apuntemos a grupos, que sigamos una ideología, que tomemos opciones políticas o religiosas. Suelen ser voces rimbombantes que prometen éxitos y satisfacciones personales inmediatas o a corto plazo.

Hoy celebramos el día de Jesús Buen Pastor. La voz del pastor es suave y dulce; tiene palabras no de promesa sino de don. Da aquello de que tenemos más necesidad: la liberad interior y la paz del espíritu. Lo que el Buen Pastor nos propone no son bienes exteriores que se agotan con el tiempo o se corrompen simplemente. Tampoco nos ofrece la lisonja de nuestros sentidos que tienen una capacidad limitada de placer, porque se embotan y se fastidian. Lo que él nos propone son bienes interiores que duran, se consolidan y se perfeccionan con el tiempo. Estos bienes se implantan en nuestro corazón y se convierten en un manantial de agua viva que apaga la sed para siempre.

¿Por qué no tratamos de escuchar su voz y no aprendemos a distinguirla de aquellas que nos confunden y nos alienan? Hemos escuchado en el Evangelio: Las ovejas lo siguen, porque conocen su voz (…) Quien entra por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. Podemos entender claramente estas palabras como una propuesta de vida en libertad y en abundancia de bien.

Para nuestra ventura, la voz de Jesús nos suena con naturalidad desde la misma infancia, pero no es seguro que la hayamos reconocido y distinguido suficientemente de las demás voces que nos aturden. Escuchamos su voz, pero quizás no hemos llegado todavía a encontrarnos personalmente con el Pastor. Nos faltaría, por consiguiente dar un paso más: tener experiencia de su compañía, entrar por él que es la puerta, al redil de su rebaño. Por eso dijo Jesús: Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. Porque yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.

Conviene saber que el descubrimiento experimental de Jesús no se hace únicamente ni siempre mediante ritos y prácticas religiosas. El medio más eficaz consiste en hacer un lugar, en lo más íntimo de nosotros mismos, a la persona de Jesús resucitado. Ha de ser un tú a tú personal que se cumple por la fe y el amor con aquel a quien Dios ha constituido Señor y Mesías. Es lo que viene a significar aquella frase de San Pedro de la segunda lectura de hoy: Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas.

Alegrémonos porque estamos en buen camino. Nos resta únicamente hacer un trabajo personal de interiorización, meditando las palabras del Buen Pastor y dejando que germinen en fe, esperanza y amor. Encontrarse con Jesús en la intimidad, es encontrarse con Dios.

El Adviento: caminamos hacia la alegría y la esperanza
d’Amic e Amat
El Adviento: caminamos hacia la alegría y la esperanza
Queridos diocesanos,
querida Iglesia de Urgell,

En las vísperas de la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María caminamos hacia una humanidad que nos hace reencontrar el sentido de ser persona humana, como recordábamos la semana pasada, y todo esto
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