Hoy iniciamos un nuevo Año, el 2023 «del Nacimiento del Señor». Así contamos numéricamente los años. Sin embargo, el salmista pide a Dios: “Enséñanos a calcular nuestros días, para que adquiramos un corazón sensato” (Sal 89,12). Agradezcamos que nuestra vida es un inmenso don, un regalo recibido sin ningún mérito nuestro, sabiendo que no podemos “perder” el tiempo, sino que debemos vivirlo, no de forma materialista o sin esperanza, sino llenándolo de sentido y de amor, de generosidad, de valores auténticos, de bondad, de fraternidad y de fe. Se trata de ir adquiriendo «un corazón sensato». Porque nuestros días son el tiempo de encontrar a Dios, de vivir en Dios, y tiempo hacia la eternidad.
Seamos agradecidos por la vida recibida. El tiempo nos es dado para buscar a Aquel que es intemporal, el Dueño del tiempo y Señor de la historia, el Padre de todos, «de quien proviene todo don perfecto» (Santiago 1,17). Dios se ha encarnado en Jesús de Nazaret gracias a la obediencia de María, la Madre de Dios, que hoy festejamos litúrgicamente con mucho gozo. Él sigue haciéndose encontradizo en los diversos momentos de nuestra historia personal y en la del mundo. Roguemos que nos haga crecer en la confianza y que sea Él la fuente de nuestra vida. Ésta es la mejor manera de empezar el Año. Ofrecerlo y comprometerse por adelantado, y recomenzar de nuevo, siempre de nuevo.
Vivamos para amar, con obras y de verdad. Todo este año 2023 y todos los años que nos sean dados de vida en la tierra, con sus alegrías y tristezas… deben ser el espacio sagrado, lleno de la presencia del Dios de la creación y de la historia. Es en Jesucristo que el tiempo adquiere su dimensión definitiva, porque el eterno irrumpe en lo temporal. Y se hace presente el Dios-con-nosotros, el Emmanuel, en el transcurrir de los días y los años. Y la respuesta no puede ser otra que el amor. Cristo quiere que amemos como Él ha amado.
Que la oración marque el ritmo de los días, especialmente la misa, los Laudes y Vísperas, el Rosario, la adoración o los momentos de silencio vividos conscientemente, en comunión con Dios. Que cada día sea un día para Dios. Y nuestra vida se elevará por el hecho de bendecir al Señor y agradecer su presencia a lo largo de toda la jornada. Decía Sta. Teresita: “Para mí, la oración es un impulso del corazón, es una simple mirada dirigida al cielo, es un grito de reconocimiento y de amor, tanto en la prueba como en la alegría” (C 25r). Llenemos de oración nuestra vida, y seguro que amaremos más, ¡como Cristo!
Celebramos la pascua semanal que es el domingo, cuando repasamos y revivimos los acontecimientos de la historia de la salvación que se ha realizado en Cristo. Vivamos el gozo y el asombro agradecidos de una memoria perenne, la del Misterio pascual de la muerte y resurrección de Cristo, que llena de sentido el tiempo. El año litúrgico, con los misterios de la fe que vamos celebrando, nos hace mirar la historia de la salvación ya realizada, al tiempo que nos hace estar al acecho del futuro, cuando el Señor volverá.
¡Feliz Año nuevo! ¡Os deseo a todos un fecundo, gozoso y santo 2023!