Fiesta de San Antonio Abad

La fiesta de San Antonio Abab se celebró en toda la Diócesis de Urgell el día 17 de enero.

En muchas parroquias se celebraron Misas con la presencia de fieles y devotos de San Antonio Abad. También tuvieron lugar bendiciones de animales de compañía y ganado, y panecillos. Este año, sin embargo, con mayor austeridad para respetar las medidas sanitarias por la pandemia actual.

En la Catedral de Santa María de La Seu d’Urgell, la Misa Solemne fue presidida por el Vicario General y Rector, Mn. Ignasi Navarri y concelebrada por Mn. Pau Bellido.
Asistió el Alcalde de la Seu d’Urgell, Francesc Viaplana; el Vicealcalde Jordi Fàbrega, así como varios concejales del Ayuntamiento de la capital del Alt Urgell.

Mn. Ignasi destacó cómo la Cofradía de San Antonio de La Seu d’Urgell, documentada como mínimo desde el año 1904, nació precisamente en tiempos de peste y pandemia para que todo el mundo tuviera un plato caliente en la mesa diariamente. Este 2022, la pandemia actual nos devuelve a la esencia de la cofradía: la solidaridad compartida especialmente con los más necesitados. Este año no se ha podido hacer y repartir la tradicional calderada, pero sí que los Cofrades han querido mantener la celebración de la Eucaristía, la bendición y repartición de los panecillos y la bendición de los animales. En ese sentido Mn. Navarri destacó el valor de la tradición, la austeridad y la fe, que San Antonio vivió. La Cofradía ha hecho una donación de productos alimenticios al proyecto Aliments per la Solidaritat y, como novedad, al Hogar de San José, donde se ha entregado leche, ternera, legumbres, arroz, pasta de sopa y conservas, entre otros.

Mn. Navarri glosó la figura de San Antonio Abad, padre de los monjes, al que llamaban «el amigo de Dios» por la vida de oración, piedad y sobriedad que llevaba y ha invitado a todos los fieles a ser amigos de Dios poniendo a Dios como el único (de aquí viene la palabra monje) y el primero y lo más importante de la vida. Precisamente la pandemia que vivimos nos aboca a la búsqueda de lo que es más importante para nosotros, y a vivirlo con humildad.

En el ofertorio, tuvo lugar la tradicional bendición de los panecillos de San Antonio, que se repartieron entre los asistentes, siguiendo las medidas sanitarias, como signo de que la Eucaristía es pan partido para la vida del mundo, la vida del Señor que nos debe llevar a compartir con los hermanos y a cuidarlos.

Tras la Misa se llevó a cabo frente al portal norte de la Catedral la bendición de los animales.

Compartir