“Apóstoles para los jóvenes” es el lema de la Campaña del Día del Seminario 2018, en sintonía con la preparación del Sínodo de los Obispos del próximo mes de Octubre sobre “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. Todos en la Iglesia estamos urgidos a realizar una verdadera “conversión pastoral” hacia los jóvenes y su cultura, para ser acompañantes de su itinerario personal y comunitario de crecimiento humano y existencial, de planteamiento de la vida como vocación y de confesión de fe en Cristo. Pero a nadie se le escapa que los jóvenes y la pastoral juvenil requieren apóstoles que les dediquen sus vidas y esfuerzos evangelizadores, y si son jóvenes y comparten sus sueños, sus dudas, sus luchas, alegrías y esperanzas, aún mejor. A cada generación Dios Padre de misericordia le envía trabajadores de su Reino. Debemos valorar estas vocaciones, pedirlas con fe y perseverancia, y formarlas para que la Iglesia pueda enviarlas, en nombre del Buen Pastor, con el amor y el apoyo de toda la Iglesia.
Recientemente la Congregación para el Clero y los Seminarios ha elaborado un Plan fundamental para la formación de los seminaristas de todo el mundo, la “Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis. El Don de la vocación presbiteral” (diciembre 2016), que es la clave de una nueva etapa formativa y configurativa de los “pastores-evangelizadores” de los nuevos tiempos.
El Día del Seminario fija nuestra mirada en la etapa de la formación “inicial” de los futuros sacerdotes, que después tiene su continuidad en la formación “permanente” a lo largo de toda la existencia. El Seminario deberá cuidar con esmero la acogida de los candidatos, que ya no provienen mayoritariamente de los Seminarios Menores sino de vocaciones jóvenes y adultas. Debe discernirse este momento de la entrada en el Seminario acogiendo el Curso Propedéutico o introductorio, necesario a todos para el discernimiento. Y después siguen dos etapas importantes: la del “discipulado”, con los estudios filosóficos, y la “configurativa” con Cristo, con los estudios teológicos, para desembocar en una etapa última en el período de formación inicial, la “síntesis vocacional o etapa pastoral”, con la inmersión en la acción pastoral de la Diócesis.
Debemos valorar con amor eclesial lo que se vive en nuestro Seminario diocesano e interdiocesano, la dedicación de los Rectores y sus Equipos de formadores, la tarea específica y tan importante de los Directores espirituales, así como de los Profesores. Y especialmente tenemos que encomendar y apreciar la formación lenta de crecimiento y de maduración de todos los seminaristas de Cataluña. Actualmente en Urgell tenemos 6 seminaristas mayores. El total de Cataluña es de 86, y este año pasado fueron ordenados 9 presbíteros. Son muchas vidas, muchas respuestas ejemplares a la vocación divina, que todas dan testimonio del poder de la gracia de Dios sobre la debilidad de los hombres, “para que así resalte aún más el poder de la gracia”. Lo constatamos las Diócesis, y sus familias y parroquias de origen. Los jóvenes que se preparan para ser “apóstoles para los jóvenes” y sacerdotes santos, forman una constelación de luz que da esperanza a nuestra fe. Demos gracias en el Día del Seminario por toda la obra buena que Dios ya ha comenzado en nuestros futuros sacerdotes.
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