A principios de este mes de julio, las Autoridades anunciaron el cierre de acceso a algunos espacios naturales ante el alto riesgo de incendios. La decisión implicaba cerrar los senderos que permiten hacer excursiones por la montaña, que a muchos llena de vida. Velemos, pues, por el respeto a la naturaleza y que ningún descuido humano no la destruya. Perderíamos un bien muy grande para todos.
De hecho, todos llevamos un excursionista dentro. Somos caminantes y excursionistas. Ex-cursus significa salir fuera, admirar, ver, conocer, saber… Es bueno aprender a ir de excursión y programar las salidas en plena naturaleza para que consigamos el máximo disfrute y felicidad. Y el excursionismo siempre, pero ahora en verano aún más, es un bien precioso. En las conclusiones del VI Congreso excursionista catalán de 2011, el último, se decía que «por el fuerte y rico conocimiento de la montaña hay que cuidar y preservar la tradición en Cataluña de la cultura excursionista (historia, geografía, meteorología, lengua…) y de los valores excursionistas (hermandad, catalanismo, altruismo, relación social, forma de ver la vida…), promoviendo el aspecto competitivo, el aspecto social y la superación personal en el medio». Y lo subrayaba diciendo que «el deporte nacional de Cataluña es el excursionismo». El excursionismo está profundamente arraigado en la sociedad civil catalana, convirtiéndose en muchos momentos en el aspecto clave en la conservación y recuperación de la lengua, la cultura y en el conocimiento del país. El excursionismo fomenta la cohesión del país a partir de su descubrimiento, la inclusión social de colectivos de riesgo a través del disfrute de la naturaleza, y facilita a toda la ciudadanía el acceso a la naturaleza de forma ordenada y sostenible. Tenemos un gran ejemplo en el Centro Excursionista de Cataluña (CEC) que desde 1876 se reconoce en su pasado con la voluntad de abrir nuevos caminos y siempre movido por un deseo de modernidad y de innovación.
Para el cristiano el amor a la naturaleza forma parte indivisible del amor al Creador, ya que todas las cosas creadas, reflejan de alguna manera la gloria de Dios. Dice el salmista (Sal 19): «Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. Un día transmite al otro la noticia; una noche a la otra comparte su saber…“. Y S. Pablo valoraba que la creación fuera camino hacia Dios, porque Él es el Autor de todo. S. Francisco de Asís lo canta maravillosamente en su Cántico de las criaturas: «Alabado seas, Señor, con todas las criaturas, y especialmente por nuestro hermano sol…» Y en nuestros días la Encíclica Laudato sí del Papa Francisco ha significado un gran progreso de la Doctrina Social de la Iglesia en todo el campo de la ecología integral y la responsabilidad ineludible del ser humano.
Podemos pensar que los papas Pío XI y S. Juan Pablo II fueron grandes amantes del alpinismo y los deportes de montaña. Y en Cataluña son nombres emblemáticos los de Mn. Cinto Verdaguer, Mn. Norbert Font y Segué (fundador de la espeleología), Mn. Jaume Oliveras (la Maladeta) o Mn. Antoni Batlle, introductor del escultismo. Amemos la montaña, salgamos de nosotros mismos, hagamos excursiones para reencontrar la paz y la armonía, la alegría de hacer camino juntos y de la amistad, con la mirada contemplativa, agradecida y humilde de quien sabe captar la huella de Dios en su creación. ¡Que podáis hacer buenas y bellas excursiones!
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