Continuamos la síntesis de la Exhortación postsinodal “Vive Cristo” del Santo Padre Francisco (25.3.2019) dirigida a los jóvenes y a todo el Pueblo de Dios.
5.- El capítulo quinto (nn.134-178) titulado “Caminos de juventud” presenta la juventud como un tiempo de sueños y de elecciones a las que se suman las ganas de vivir y de experimentar. El Papa subraya cómo por más que uno viva y experimente no llegará al fondo de la juventud, no conocerá la verdadera plenitud de ser joven, si no encuentra cada día al gran amigo, si no vive en amistad con Cristo. A continuación, el capítulo se centra en el crecimiento y la maduración de los jóvenes, destacando que crecer es conservar y alimentar las cosas más preciosas que regala la juventud, pero al mismo tiempo es estar abierto a purificar lo que no es bueno y a recibir nuevos dones de Dios que llama a desarrollar lo que uno vale. Anima a los jóvenes a seguir las sendas de fraternidad para no caer en la tentación de encerrarse en uno mismo, en los propios problemas, sentimientos heridos, lamentos y comodidades. El capítulo termina pidiendo jóvenes comprometidos (nn. 168-174) y los anima a comprometerse porque sabe que “tu corazón, corazón joven, quiere construir un mundo mejor”. Y termina pidiéndoles que sean misioneros valientes, que den testimonio del Evangelio en todas partes, con su propia vida.
6.- “Jóvenes con raíces”, es el título del capítulo sexto (nn. 179-201). El Papa en tono personal anima al joven a “que no te arranquen de la tierra”, pidiéndole que no desprecie ni rechace la historia, la riqueza espiritual y humana que se fue transmitiendo a lo largo de las generaciones, ignorando todo lo que los ha precedido. Por eso el documento anima a los jóvenes a cuidar su relación con los ancianos, advirtiéndoles del peligro de la ruptura entre generaciones. Si los jóvenes y los ancianos se abren al Espíritu, producen una combinación maravillosa. Los ancianos sueñan y los jóvenes ven visiones. ¿Cómo se complementan ambas cosas? Les invita a arriesgarse juntos, jóvenes y ancianos, para poder aprender unos de otros.
7.- El capítulo séptimo (nn. 202-247) está enteramente dedicado a “La pastoral de los jóvenes”. El Papa afirma con rotundidad que la pastoral juvenil debe ser una pastoral sinodal, subrayando como los mismos jóvenes son agentes de la pastoral juvenil. Y propone unas grandes líneas de acción en la pastoral de los jóvenes (nn. 209-215): una es la búsqueda, la convocatoria, la llamada que atraiga nuevos jóvenes a la experiencia del Señor. Otra es el crecimiento, el desarrollo de un camino de maduración de los que ya han hecho esa experiencia. El Papa destaca que necesitamos crear ambientes adecuados, lugares propios que ellos puedan acondicionar a su gusto, y donde puedan entrar y salir con libertad, lugares que los acojan y donde puedan acercarse espontáneamente y con confianza al encuentro de otros jóvenes. Se dedica un apartado también a hablar de la pastoral de las instituciones educativas (nn. 221-223), presentando distintos ámbitos para desarrollar pastorales concretas. Finalmente, el capítulo termina reclamando una pastoral popular juvenil, animando a que los jóvenes sean siempre misioneros, y termina destacando que es imprescindible el acompañamiento de los adultos (nn. 242-247) ya que los jóvenes necesitan ser respetados en su libertad, pero también necesitan ser acompañados.
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