Finalizamos hoy la síntesis-resumen de la exhortación postsinodal “Vive Cristo” del Santo Padre Francisco, de 25 de marzo de 2019, presentando sus dos últimos capítulos.
8.- El capítulo octavo (nn. 248-277) trata de “la vocación”. Lo fundamental es discernir y descubrir que lo que Jesús quiere de cada joven es ante todo su amistad, la amistad con Él. En el diálogo con Simón Pedro la gran pregunta de Jesús fue: «¿Me amas?» (Jn 21,16), es decir: ¿Me quieres como amigo? La misión que recibe Pedro de cuidar a sus corderos estará siempre en conexión con este amor gratuito, con este amor de amistad. El Papa anima a los jóvenes a “ser para los demás”, vocación entendida en el sentido preciso de la llamada al servicio misionero de los demás. Llamados por el Señor a participar en su obra creadora, aportando al bien común a partir de las capacidades que recibimos.
Después se centra en “el amor y la familia” (nn. 259-267). Los jóvenes sienten con fuerza la llamada al amor, y sueñan encontrar la persona adecuada con quien formar una familia y construir una vida juntos. Sin duda es una vocación que Dios mismo propone a través de los sentimientos, deseos y sueños. El Sínodo resaltó que la familia sigue siendo el principal punto de referencia para los jóvenes. Aprecian el amor y el cuidado de los padres, dan importancia a los vínculos familiares y esperan lograr a su vez formar una familia. Otro apartado es el dedicado al trabajo que define e influye en la identidad y el autoconcepto de un adulto joven y es lugar fundamental donde se desarrollan amistades y otras realidades. El mundo del trabajo es un ámbito donde los jóvenes experimentan formas de exclusión y marginación. La primera y la más grave es el desempleo. Y termina tratando sobre las “vocaciones a una consagración especial” (nn. 274-277): el sacerdocio y la vida religiosa.
9.- El capítulo noveno y último (nn. 278-282) está todo él dedicado al “discernimiento”, que para el Papa Francisco es clave para que los jóvenes no se conviertan en marionetas a merced de las tendencias del momento. Trata sobre cómo discernir la vocación, indicando que es una tarea personal que requiere espacios de soledad y de silencio. Es necesario hacerse preguntas como “¿quién soy yo?”, pero el Papa indica la gran pregunta: “¿Para quién soy yo?”. Eres para Dios, sin duda. Pero Él quiso que seas también para los demás. E invita a los jóvenes a escuchar la llamada del Amigo Jesús. Subraya que es imprescindible la escucha y el acompañamiento de los jóvenes. “Escucha” que requiere tres sensibilidades fundamentales: escuchar a la persona (indica el valor que tiene la otra persona para nosotros, más allá de sus ideas y de sus elecciones de vida); escucha discernidora (qué me dice esa persona, qué me quiere decir, qué desea que comprenda); escuchar los impulsos que el otro experimenta de ir hacia adelante. Es la escucha profunda de “hacia dónde quiere ir verdaderamente el otro”.
La Exhortación termina con un “último deseo” (n. 299): Queridos jóvenes, seré feliz viéndoos correr más rápido que los lentos y temerosos. Corred atraídos por ese Rostro tan amado, que adoramos en la Sagrada Eucaristía y reconocemos en la carne del hermano sufriente. El Espíritu Santo os empuje en esta carrera hacia adelante. La Iglesia necesita vuestro entusiasmo, vuestras intuiciones, vuestra fe. ¡Nos hacen falta! Y cuando lleguéis donde nosotros todavía no hemos llegado, tened paciencia para esperarnos».
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