Una visita que fortalece la comunión eclesial

En los meses de diciembre y enero, formando cuatro grupos, todos los Obispos de la Conferencia Episcopal Española realizan la Visita “ad limina Apostolorum”, en el umbral de los sepulcros de S. Pedro y S. Pablo. Visitamos al Papa Francisco y los organismos de la Curia Romana, y vamos en peregrinación a las Basílicas construidas sobre los sepulcros de Pedro y Pablo. Los Obispos de Cataluña, lo haremos de forma conjunta del 10 al 15 de enero próximos. Además de la audiencia con el Santo Padre, celebraremos la Eucaristía en las cuatro Basílicas Romanas mayores y mantendremos también reuniones con estos Dicasterios de la Curia romana: la Congregación para los Obispos, Doctrina de la Fe, Clero, Institutos de Vida Consagrada, Educación Católica, Culto Divino, Laicos, Nueva Evangelización, Familia y Vida, Promoción para el Desarrollo Humano Integral, Comunicación y también con la Secretaría de Estado.

El Código de Derecho Canónico manda que “cada cinco años el Obispo diocesano debe presentar al Romano Pontífice una relación sobre la situación de su Diócesis, según el modelo determinado por la Sede Apostólica y en el tiempo por ella establecido” (c. 399,1), y en los meses posteriores a la presentación de este informe quinquenal, “que el Obispo diocesano vaya a Roma para venerar los sepulcros de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y se presente al Romano Pontífice. El Obispo debe cumplir personalmente esta obligación a menos que se encuentre legítimamente impedido” (c. 400,1-2). Estos dos deberes vienen de una antiquísima y venerable tradición teológica, canónica y espiritual que podría remontarse al siglo V, después de la caída del Imperio Romano. El Papa, sucesor de Pedro, «confirma» la fe de sus hermanos (cf. Lc 22,31-32) y se establece así una unidad que viene del Señor, que los ha llamado y los ha enviado como Apóstoles suyos, formando el Colegio Apostólico que tiene al Papa como cabeza y centro de unidad. La visita no sólo afecta al Obispo diocesano o a sus colaboradores más inmediatos, sino que cada Obispo va al encuentro del Santo Padre, con su Iglesia diocesana, para afianzar los vínculos de la comunión eclesial, del amor mutuo y de la unidad para la misión evangelizadora. Todo para mejor servir la fe católica de la Iglesia y la caridad de todo el Cuerpo de Cristo, puesto que “el Colegio Apostólico, en tanto que compuesto de muchos, expresa la variedad y universalidad del Pueblo de Dios; y en tanto que agrupado bajo una sola Cabeza, la unidad del rebaño de Cristo” (LG 22). Es así como se comprende que entre las cosas importantes que son reclamadas a todo Obispo diocesano se encuentre la obligación de tener un especial contacto con el Santo Padre, de modo que éste, como sucesor de S. Pedro, pueda dedicar atención a esa particular porción del Pueblo de Dios que es la Diócesis, la esposa que el obispo tiene encomendada.

En los próximos días os pido que intensifiquéis vuestra oración por la persona del Santo Padre Francisco y por su ministerio de unidad en la comunión, y también que encomendéis a todos los Obispos de Cataluña y del resto de España, para que esta Visita sea un acontecimiento de gracia para nuestra Diócesis de Urgell y para las demás Iglesias diocesanas hermanas, y así, renovados por el Espíritu Santo, podamos llevar a cabo la misión encomendada por el Señor de ser sus testigos, con valentía, esperanza y alegría. ¡Os llevo conmigo “hasta los umbrales de los sepulcros de los Apóstoles”!

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