El domingo 26 de enero el pueblo de Penelles y su Parroquia celebraron la fiesta de San Antonio Abad, una celebración que hacía muchos años que había dejado de hacer en esta localidad noguerenca, y que con la iniciativa del Ayuntamiento, la Parroquia y sus habitantes, se ha recuperado en todo su esplendor y tradición.
Al mediodía se celebró la misa dominical solemnizada por el grupo de cantores de la parroquia, que fue presidida por el Rector, Mn. Ivan Ayala, acompañado por Mn. Jaume Mayoral. También se hicieron presentes diferentes miembros del Consistorio, encabezados por su Alcalde, Ilmo. Sr. Eloi Bergós. Mn. Ayala informó de la campaña que se acababa de empezar, con la fiesta de aquella día, para recoger fondos para rehacer y mejorar el espacio de la iglesia (tejado, pintar la iglesia, iluminación…), una campaña que también encabeza el Ayuntamiento, con el Obispado y la Parroquia, y también las entidades y la gente del pueblo de Penelles.
Terminada la Misa se hicieron los tradicionales tres tombs, encabezado por los mismos sacerdotes en un carruaje que abría la procesión, y con la participación de una veintena de tractores, de diferentes épocas. En uno de ellos había una carroza con la imagen de San Antonio Abad. También Mn. Ayala bendijo un grupo de animales domésticos que sus propietarios acercaron hasta delante de la iglesia vieja del pueblo, donde tenía lugar la bendición. La charanga de Bellpuig «Va i Ve» pusieron la música y la animación a las tres vueltas que hicieron todos los tractores participantes, como marca la tradición.
A continuación tuvo lugar una comida popular, donde compartieron mesa un buen grupo de gente de Penelles y alrededores. Los postres estuvieron elaborados por la Asociación de Mujeres de Penelles «La Il·lusió», que preparó las tradicionales «orelletes», postres típicos en las fiestas del santoral de invierno. Las cocineras fueron felicitadas por todos los asistentes. También se hizo una rifa de productos del cerdo para poder recoger fondos para las obras de la iglesia. El premio que se rifó volvió al pueblo, como regalo por parte de la persona agraciada, que así quería colaborar en la tarea de reconstrucción y mejora del templo parroquial. Una fiesta que se recupera en el calendario tradicional de las parroquias del Obispado de Urgell.